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Radiación natural

La exposición de los seres humanos a las fuentes naturales de radiación es una característica continua e inevitable de la vida en la tierra. Para la mayor parte de las personas esta exposición excede a todas las debidas a fuentes artificiales combinadas. Hay dos contribuyentes fundamentales a las exposiciones a la radiación natural: la radiación cósmica que atraviesa la atmósfera terrestre y la radiación terrestre, procedente de los elementos radiactivos que se encuentran en la corteza de la Tierra desde su formación.

Los isótopos radiactivos son ubicuos en el medioambiente. Se encuentran en el suelo, en el agua, en el aire, en los alimentos, en los materiales de construcción y en nuestro propio cuerpo. De todos ellos, el radón (Rn), un gas procedente de la desintegración del radio-226, representa la principal contribución a la dosis debida a la radiación natural. Además, las exposiciones a las fuentes de radiación natural pueden modificarse por la acción humana (como la minería o la construcción).

Muchas personas pueden estar expuestas también a niveles elevados de radiación natural en sus lugares de trabajo. Ejemplo de ello son los trabajadores de  las minas subterráneas, los de procesado de minerales y la tripulación de aeronaves.

En España la exposición a la radiación natural debida a prácticas laborales está regulada por el Reglamento sobre Protección Sanitaria contra Radiaciones Ionizantes. En desarrollo de este reglamento, el Consejo de Seguridad Nuclear, ha emitido una instrucción y varias guías de seguridad. Éstas incluyen además recomendaciones para limitar la exposición a la radiación natural, en particular al radón en las viviendas.

 

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