CSN Explorando las fronteras de la seguridad nuclear y radiológica - Alfa 57 Revista Alfa

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Alfa 57

La nanotecnología es la máxima expresión de la tendencia a la miniaturización que ha caracterizado a la electrónica durante las últimas décadas. Un nanómetro es una milmillonésima de metro, apenas un poco por encima del tamaño de los átomos. Este número también aborda el funcionamiento de la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP), una institución científica independiente, reconocida internacionalmente como la fuente más fiable de información y opinión en el ámbito de la protección radiológica. Presentamos igualmente las actividades que el CSN realiza en investigación y desarrollo dentro de su ámbito de actuación, a través de su Plan de I+D+i y de su participación en proyectos nacionales e internacionales. 

En los apartados técnicos, un artículo está dedicado al proceso de migración de las Especificaciones Técnicas de Funcionamiento Mejoradas (ETFM) en las centrales nucleares españolas, que culmina en junio de este año. El segundo se centra en las lecciones aprendidas por parte del Consejo durante el desarrollo del Plan de Inversión en Equipos de Alta Tecnología Sanitaria (INVEAT).

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Explorando las fronteras de la seguridad nuclear y radiológica

Para llevar a cabo su tarea como organismo regulador de la seguridad nuclear y radiológica en España, el Consejo de Seguridad Nuclear necesita mantener su capacidad técnica al máximo nivel e incrementarla con las aportaciones que desde la investigación científica y técnica se producen de manera regular en todo el mundo, en un ámbito tan complejo como el de su actuación. Para conseguir este objetivo, y teniendo en cuenta que no es una institución de investigación, participa en grandes proyectos nacionales e internacionales y dispone de un programa de ayudas a proyectos de I+D+i que financia los que mejores evaluaciones obtienen entre las que se presentan desde universidades, empresas y otros organismos.

Texto: Elvira del Pozo | periodista de ciencia y medio ambiente

H a pasado más de una década desde el último accidente nuclear de gravedad. El 11 de marzo de 2011, las olas de más de doce metros provocadas por un potente terremoto de magnitud 9,1 inundaron la central de Fukushima Daiichi, en Japón, produciendo fallos graves y la liberación de contaminación radiactiva. Desde entonces, el lento desmantelamiento de los reactores continúa en su fase inicial, la sombra del aumento de casos de cáncer de tiroides planea como una duda y 36 000 personas que fueron evacuadas todavía no han podido volver a sus casas. 

También, desde entonces, países de todo el mundo analizan las circunstancias de sus centrales nucleares, para hacer frente a un posible accidente de este tipo. “Este incidente evidenció las carencias y la necesidad de mejorar la seguridad nuclear, un aspecto que el CSN aborda a través de actividades de I+D+i”, explica Carlos Castelao, jefe de la Unidad de Investigación y Gestión del Conocimiento del Consejo. Castelao coordina el plan quinquenal de I+D+i del Consejo 2021- 2025, que refleja “la firme determinación de aprender de la experiencia nacional e internacional y aplicar ese conocimiento en la evolución de nuestras propias capacidades regulatorias”.

En el ámbito de la seguridad nuclear, el Consejo ha establecido una significativa participación en convenios internacionales, especialmente vinculados al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Agencia de Energía Nuclear (NEA) dependiente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). También en colaboración con sus homólogos, como el organismo regulador estadounidense (USNRC), el alemán y el francés, entre otros. Así como con los principales suministradores de tecnología nuclear y los titulares de centrales nucleares de todo el mundo. 

“Participar en convenios internacionales a países pequeños como España nos conviene muchísimo porque nosotros no podríamos financiar el coste de un proyecto”, recuerda Carlos Castelao. Se refiere al hecho de que, en este tipo de acuerdos globales, todos los participantes realizan una aportación económica pero no a partes iguales, sino que se calcula en función de parámetros como el Producto Interior Bruto. “Aportando únicamente un 2 % del valor de todo el proyecto —frente al veintitantos que les corresponde a Japón o a EE. UU.— el CSN obtiene todos los resultados del proyectos que no podría sufragar por sí mismo”, señala el experto.

Además, “estos acuerdos no solo promueven la colaboración entre naciones, sino que también permiten llevar a cabo proyectos cruciales para la evaluación de la seguridad en instalaciones nucleares”, añade Miguel Sánchez, jefe del Área de Modelación y Simulación de la Subdirección General de Tecnología Nuclear del CSN. 

Sánchez coordina CAMP (siglas de Code Application and Maintenance Program) uno de los programas internacionales más relevantes, que pretende mejorar los modelos predictivos del comportamiento de las centrales nucleares. Mediante instalaciones experimentales que emulan reactores concretos, se simulan escenarios de accidentes que pueden ocurrir con cierta frecuencia. También se evalúan los sistemas de seguridad y las actuaciones de los operadores en situaciones críticas, como la pérdida de energía eléctrica en la planta, que fue la causa de la catástrofe de Fukushima. 

Estos proyectos globales también le sirven al CSN para “compararse con otros países”, señala Sánchez. Y la respuesta parece ser positiva, según subraya el experto: “los grupos de investigación de las universidades españolas, las ingenierías y nuestras centrales nucleares están a buen nivel”. 

Red nacional

El cableado eléctrico de una central nuclear es uno de los elementos más importantes en relación con su seguridad, pues de él depende que los sistemas funcionen. Sin embargo, como casi todo, envejece: el recubrimiento polimérico que lo recubre va perdiendo sus propiedades aislantes y debe ser renovado cada cierto tiempo. Su gran extensión, del orden de miles de kilómetros, hace que su sustitución no sea una cuestión baladí. Este tema es el que aborda uno de los convenios de investigación que el CSN ha llevado a cabo con las centrales nucleares españolas, que le ha permitido “definir de manera precisa las metas de investigación y acordar los ensayos necesarios, compartiendo costes y obteniendo resultados mutuamente beneficiosos”, precisa Castelao. 

La participación activa del Consejo no se limita solo a nivel internacional, sino que involucra a otras organizaciones nacionales. También, a través de convenios, el Consejo establece una red de colaboraciones con universidades y otros organismos españoles, como centrales nucleares y centros como el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat). De manera conjunta “realizan experimentos que generan datos experimentales tangibles y medibles, que aportan robustez a las herramientas de cálculo, simulación y códigos analíticos utilizados en la evaluación de la seguridad de las centrales nucleares, con la esperanza de que su correcto funcionamiento en experimentos específicos se traduzca en evauaciones creíbles de la seguridad en las centrales nucleares nacionales en situaciones reales”, señala Sánchez.  

Más allá de los convenios

Aunque el convenio ha sido el instrumento más empleado históricamente por el CSN, el Consejo rescató en 2021 una fórmula de apoyo a la investigación que ya utilizaba antes de 2012: las subvenciones a entidades con el objetivo de impulsar proyectos innovadores y relevantes para el sector. El proceso es abierto y competitivo y se lleva a cabo mediante convocatorias anuales, como la correspondiente al año 2024, que se lanzará esta primavera. Además, las entidades privadas ahora también son elegibles para recibir subvenciones, un cambio implementado desde la convocatoria de 2023. 

Uno de los temas estrella de las pasadas convocatorias es el radón, responsable de hasta el 15 % de las muertes por cáncer de pulmón, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud. También, hay mucho interés por ampliar el conocimiento sobre la contaminación radiológica de otros materiales de construcción que contienen radionúclidos que emiten radiación gamma. 

Y aunque la mayoría de los proyectos no han concluido (porque, de media, suelen durar unos tres años), “los resultados esperados, que van desde la creación de herramientas informáticas hasta diseñar sistemas de medida mejorados, son cruciales para el CSN, pues ayudarán en su labor reguladora”, explica Beatriz Robles, técnica del Área de Radiación Natural del CSN. El Consejo lleva muchos años trabajando en la protección radiológica frente a elementos como el radón, pero con el recién publicado Plan Nacional contra el Radón su labor se ha intensificado.

Hay muchos más temas en el candelero, como es la irrupción de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial. En concreto, respecto a este tema, en la pasada convocatoria se abrió la puerta a explorar las posibles aplicaciones de la inteligencia artificial en la seguridad nuclear y la protección radiológica. Los resultados esperados podrían verterse en un documento estratégico en el que está ya trabajando el CSN.

Un componente esencial aborda la creciente amenaza de ciberseguridad en instalaciones nucleares. Las investigaciones trabajan en el fortalecimiento de las defensas digitales para proteger estas instalaciones críticas contra posibles amenazas cibernéticas, minimizando las vulnerabilidades y garantizando la integridad de las centrales.

Otro campo significativo es el de la gestión de residuos nucleares, que constituye uno de los desafíos más apremiantes de la energía nuclear. Algunas de las líneas de investigación abordan el desarrollo de soluciones sostenibles y seguras, con especial énfasis en el estudio de métodos de almacenamiento a largo plazo.

En la esfera de la seguridad radiológica, se pretende avanzar en la mejor protección contra la radiación tanto para los trabajadores de instalaciones nucleares y radiactivas como para el público en general. Este campo profundiza en el desarrollo de sistemas de monitorización más sofisticados y estrategias de mitigación más efectivas, propiciando entornos más seguros y reduciendo los riesgos asociados con la exposición a la radiación. 

“La institución debe detectar y conocer las crecientes complejidades de la tecnología nuclear y los desafíos asociados para actualizar sus propias capacidades regulatorias, lo que impacta directamente en la seguridad nuclear en España”, enfatiza Robles.  

Las solicitudes de cada convocatoria son evaluadas conforme a los criterios establecidos en las bases de esta. Se valora la capacidad del equipo investigador y la complementariedad de los equipos participantes; se analiza si va a suponer realmente una contribución científicotécnica relevante y su previsible impacto sobre el incremento de la seguridad nuclear o de la protección radiológica. Además, a partir de la anterior convocatoria, la de 2023, se introdujo como novedad valorar que la entidad disponga de un plan de igualdad, explica Castelao, que además es secretario de la comisión de valoración de los proyectos. También se evalúa que la propuesta disponga de un plan de comunicación, información y difusión de resultados. “La divulgación de conocimiento a través de publicaciones y presentaciones en congresos contribuye a la transferencia de información y beneficia a otros organismos y universidades interesados en el tema”, añade Robles.

Como enfatiza Sánchez, “las inversiones en I+D+i del CSN mejoran el país porque ayudan a que algunos estudiantes puedan realizar sus tesis doctorales, a que la industria haga las cosas mejor y a que las centrales funcionen de manera óptima y más segura. También contribuyen a engrosar la cantera de expertos, que mejoran su capacidad de interpretar y de seguir las disposiciones del Consejo”.

A pesar de los desafíos y obstáculos inherentes, “el CSN demuestra ser una pieza clave en el desarrollo científico y la regulación nuclear en España. Su enfoque estratégico, marcado por la colaboración nacional e internacional, subraya la importancia de la investigación y el desarrollo continuo para abordar los desafíos en el ámbito nuclear”, concluye Castelao. En un panorama global, donde la seguridad y la innovación son imperativos, el CSN tiene la ambición de posicionarse como un actor crucial en la búsqueda de soluciones y la aplicación efectiva de conocimientos para garantizar un futuro nuclear y radiológico seguro y sostenible.