CSN «La empresa privada tiene que hacer mayor esfuerzo en I+D y el sector público aportar mayor estabilidad económica a través de los presupuestos» - Alfa 62 Revista Alfa

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Alfa 62

El número 62 de la revista Alfa abre con un reportaje sobre el impacto de la biotecnología en la agricultura, destacando técnicas avanzadas como CRISPR-Cas9, el fenotipado de precisión y el uso de microorganismos beneficiosos. Investigadores españoles explican cómo estas herramientas permiten desarrollar cultivos más sostenibles, resistentes al clima y eficientes.

La publicación también se hace eco de la declaración de 2025 como Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuánticas por Naciones Unidas, y presenta el primer ordenador cuántico con tecnología completamente europea, desarrollado por el Barcelona Supercomputing Center.

En el ámbito técnico, Alfa 62 analiza los sistemas de habitabilidad de salas de control en centrales nucleares, claves para garantizar condiciones seguras durante emergencias. Además, profundiza en la nueva Instrucción de Seguridad IS-47, orientada a proteger frente al radón en entornos laborales.

Se dedica especial atención a la vigilancia de la radiactividad ambiental en España, destacando su robustez y el uso incipiente de inteligencia artificial para reforzar la detección y respuesta ante incidentes radiológicos.

La entrevista de este número está protagonizada por Ana María Crespo de las Casas, primera mujer en presidir la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

Atzealdea

«La empresa privada tiene que hacer mayor esfuerzo en I+D y el sector público aportar mayor estabilidad económica a través de los presupuestos»

Tras una destacada trayectoria, Ana María Crespo de las Casas ha hecho historia al convertirse en la primera mujer que preside la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales desde su fundación en 1847. Bióloga de formación, disecciona con lucidez los desafíos pendientes de la ciencia española: financiación más sólida, retención del talento joven y, por supuesto, construcción de puentes para el avance de la mujer en las carreras científicas. Frente al ruido, Crespo invoca la cultura, el método y la palabra clara como herramientas para reconciliar a la sociedad del siglo XXI con el conocimiento.

Ana María Crespo de las Casas, presidenta de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

 

Texto: Luis Tejedor · Fotos: Virginia Carrasco

 

Usted es la primera mujer que preside la Real Academia de Ciencias desde su fundación, hace ya 178 años. ¿Por qué ha sido precisa una espera tan larga?

Hay razones que se comprenden muy bien, relativas al retraso de las mujeres en el acceso a las ciencias. Por razones que todos conocemos, no estaban integradas en el sistema de ciencia y tecnología. Una vez producida esa integración, paulatinamente, se van incorporando fácilmente a los espacios de la carrera científica. Cuando esta carrera entra en fases de competición más fuertes, se producen sesgos, objeto de análisis muy concienzudos, y se llega a la conclusión de que hay orientaciones notables a priori. En las etapas finales de la carrera científica, las mujeres son muy pocas, en proporción a los hombres. Lógicamente, eso tiene que mejorar.

Lleva menos de un año al frente de esta institución.¿Cómo fue su aterrizaje en la presidencia?

Atractivo y estimulante. Para mí, era importante acertar con las decisiones que tomaba, ya que cada uno lo hace de una manera. Recibí, además, toda la ayuda posible de mis compañeros. Me sentí muy arropada, pero, personalmente, me siento muy implicada en esta tarea y tengo el deseo de hacer las cosas bien. Cuando fui elegida para el cargo, venía de trabajar en el equipo del anterior presidente como secretaria general. Se llevó a cabo una buena estructuración de la Real Academia y se organizaron muy bien sus procedimientos. Está muy bien organizada. A sus estatutos hay que darles pocas vueltas, se trata de cumplirlos.

¿En qué proyectos de la Real Academia tiene depositadas sus mayores expectativas?

Hay cuestiones especialmente importantes. Por señalar algunas, citaría la culminación de la digitalización del vocabulario científico con acceso online: el VCTRAC digital. Un diccionario científico como este no se termina nunca, ya que cuenta con gran cantidad de nuevos términos. Había que darle impulso, porque el proyecto estaba relativamente frenado y es lo que estamos emprendiendo. En segundo lugar, hay aspectos que yo llamaría de extensión cultural. La cultura científica y su divulgación han sido parte importantísima de la Academia desde que existe, mucho más en los tiempos recientes. Tenemos que abrir todavía más nuestras fronteras y ponernos en la vanguardia del momento que vive la ciencia internacional. Trabajamos en pro de la extensión cultural de la ciencia y frente a la gran cantidad de noticias falsas y malas interpretaciones sobre cuestiones científicas. Otra actuación muy significativa es la expresión de nuestra opinión sobre lo que ocurre en la ciencia y sus repercusiones, tanto en la vida social y política como en la vida cotidiana de las personas. Tenemos abiertas varias líneas de trabajo para convencer a la sociedad de que la ciencia aporta mucho a su bienestar. Finalmente, la Academia debe recoger la propia composición de los científicos. Es preciso favorecer el acceso de mujeres y jóvenes, a través de un rejuvenecimiento de la plantilla. Esta institución es un lugar de gente muy experta, pero no quiere decir que la participación de académicos jóvenes no sea importante. Contamos con una estructura equilibrada donde se percibe la calidad de los científicos que acceden a nuestra institución, perfectamente integrados en sus centros y actividades.

A propósito de mujeres académicas, ¿la paridad corre riesgo de convertirse en un fin en sí mismo?

En absoluto. Más que la paridad, nuestro fin es la selección de los mejores en las áreas que podemos abordar. Esta institución es la mayor de las Reales Academias en sus dimensiones, y en la cantidad de numerarios. Aun así, la ciencia es muy diversa e intentamos cubrir la mayoría de campos, pero hay alguno que no cubriremos. Puede haber situaciones en las que todavía no haya mujeres disponibles compitiendo por la excelencia. Para nosotros, lo importante no es que entren mujeres en la Real Academia, es que la ciencia esté mejor representada en sus aspectos y perspectivas. No se puede prescindir del 50 % de la comunidad científica. Es obvio que hombres y mujeres aportamos perspectivas diferentes sobre la ciencia y la vida.

En la Academia, el objetivo de la paridad está subordinado a la excelencia. ¿Aún es necesario fomentar el interés de las niñas y las jóvenes por las carreras de ciencias?

Es un tema preocupante para mí. Me interesan mucho más las niñas que las mujeres jóvenes. El trabajo hay que hacerlo cuando la mente todavía no tiene prejuicios culturales. Cuando me invitan a dar charlas o a verme con grupos, si puedo elegir, prefiero verme con los más jóvenes. Todavía no se ha conseguido que las chicas vean que pueden estar al mismo nivel en todos los campos de la práctica científica. Como dicen los expertos, tener referencias es muy importante. Por eso, es un punto que requiere mi atención.

¿Qué dirigió su interés hacia la ciencia?

Fue el respeto de mi entorno por la ciencia. En mi casa, no viví diferencias entre el interés por una disciplina científica concreta, sino respeto por estos saberes. Para mi familia, era mucho más importante un sabio que un rico y es algo que permea mucho en la mente de las personas desde su infancia.

¿Cómo eran las facultades en 1970, cuando usted se graduó?

Fue un tiempo maravilloso, porque era el de mi juventud, pero duro. España estaba en una dictadura y se percibía mucho. Para qué decir la cantidad de tiempo que invertíamos en avanzar hacia los logros de la democracia. Era una España muy distinta a la que llegó con la democracia. En la Guerra Civil, hubo una fortísima depuración de profesores y científicos de referencia, así que, cuando se trató de recuperar todo eso, fue costoso, algo que percibíamos los estudiantes. En comparación con la actual, era una universidad muy participativa en la vida de la sociedad, crítica y abierta al diálogo entre los propios estudiantes. El desarrollo cultural interno y el intercambio de conocimientos entre ellos era muy común y ahora no lo es tanto.

A principios de los noventa, pasó dos años en el International Mycological Institute de Egham.¿Cómo influyó esta experiencia en su carrera?

Había especialidades ya desarrolladas en España y el ambiente era parecido, pero me llamó la atención su diversidad. Los equipos de investigación eran enormemente plurales en su composición y eso no era corriente en España. Creo que un científico debe formarse en distintos lugares y vivir ambientes diferentes con diversas maneras de resolver las cosas, aunque uno aplique los mismos protocolos. Como en otras etapas de mi carrera, me interesaba ver lo que hacían los demás. Creo que eso es bueno para los equipos científicos.

¿Considera que la investigación científica española está alineada con los países del entorno o toca mejorar?

Sí, aunque hay que seguir y darle más fuerte. Hay que cuidar mucho de los jóvenes, y de su reclutamiento, con esfuerzos más intensos. Además, la sociedad tiene que prestar atención a la financiación que tiene nuestra ciencia. Está sufragada por el sector público de forma mayoritaria y el sector privado participa muy poco. Eso no pasa en otros países europeos, ahí no estamos bien alineados. En los de mayor solvencia científica, el sector privado aporta mucho al presupuesto de I+D, más que aquí. La empresa privada tiene que hacer mayor esfuerzo y el sector público aportar mayor estabilidad económica a través de los presupuestos.

¿La política científica sigue siendo una prioridad menor en España?

No podría decir que esté olvidada, pero sí es menos importante que otras materias. En las campañas electorales, por ejemplo, se habla poco de las cosas reales. Una no sabe muy bien si los compromisos que se adquieren gustan o no, porque son muy vagos. La I+D no es una política olvidada, pero tampoco nos tiene satisfechos en cuanto a financiación. Hay un problema de gobernanza en las universidades que tiene que mucho que ver con lo que estoy diciendo. Más del 60  % de la I+D española se hace en las universidades y hay muchas cosas que resolver en su estabilidad presupuestaria. Una universidad debe saber con lo que va a contar y un investigador debería tener una mayor visión de futuro para mejorar el reclutamiento del personal. Es importante ofrecer a los  jóvenes investigadores un panorama salarial mejor.

¿Qué se necesita para retener al talento joven?

Como decía, los salarios son importantes. Hay que retener el talento cuando está en un nivel de formación y producción importante. El mejor talento se crea con condiciones científicas adecuadas, cuando el investigador puede ver perspectivas de futuro. Es necesario que los salarios mejoren y sean competitivos. Entiendo que no somos el país más rico del mundo, pero hay otros atractivos complementarios que pueden ofrecerse. La movilidad, también,tiene que fomentarse con programas de acceso flexible. Pongo como ejemplo el ICREA, en Cataluña. Ha funcionado estupendamente y está obteniendo un retorno muy destacado. La gobernanza de las universidades también me parece una cuestión capital para posibilitar una buena selección, con centros que dispongan de una estructura que favorezca la buena investigación.

¿El actual escenario internacional supone mayor estímulo para la inversión en ciencia?

Sin duda. La inversión en defensa siempre ha sido un estimulante del desarrollo tecnológico. Si ahora se produce un incremento de estas inversiones, para la I+D es un dato a tener en cuenta. Es importante la ausencia de barreras de comunicación científica entre países. La crisis del COVID, por ejemplo, pudo resolverse gracias a la inexistencia de estos límites. Es un momento muy importante y me gustaría creer que, en este tipo de crisis, se pueden dar saltos interesantes.

Se aprecia un mayor interés por la investigación científica, pero también un número creciente de bulos. ¿Por qué estas falsedades, a veces evidentes, encuentran tanto eco?

Me sorprende tanto como a usted. ¡Cómo estos disparates pueden encontrar tanto interés! Hay que atacarlo con cultura y método científico. Que se critique y se sepa que hay cosas tan complejas que no pueden ser ciertas cuando hay una alternativa científica más sencilla. Hay que enseñar a la población que la precisión es imprescindible cuando se da información científica. Estamos en la lucha contra las fake news. Las academias europeas tienen estudios muy buenos sobre esta cuestión. Los consorcios estimulan a las academias a meterse en esta batalla para luchar en distintos planos. El nivel cultural de la población es determinante y, a veces, no se divulga bien. Hay que hablar a la gente con claridad y eso es un esfuerzo de todos.

En el contexto del cambio climático y la transición ecológica ¿cuál debería ser el papel de la energía nuclear en España?

Es una de las fuentes de energía más importantes, pero no debe ser la única. No veo un futuro basado en un solo tipo de energía, sino un razonable reparto de las distintas fuentes. La energía nuclear es muy competente, pero el problema de su seguridad no se le escapa a nadie y condiciona su aceptación social. Lo que se haga debe explicarse con claridad. En los foros políticos, debería hablarse con mayor transparencia y que cada uno dijera lo que piensa. No podemos tirarnos los trastos a la cabeza sin saber que la papeleta que ponemos en la urna va para esto o para aquello. Más, cuando sabemos que tenemos que enfrentarnos al cambio climático que puede llevarnos por delante.

¿Qué estrategias podrían mejorar la transparencia a la que alude?

Tiene que haber una parametrización previa, saber a dónde queremos llegar y cómo lo vamos a medir. Las cosas deben argumentarse. Hasta ahora, hay movimientos internacionales muy potentes que se sirven de las fake news para movilizar la opinión general. Es necesario desmontar estas cosas, cuando son desmontables, y tener muy clara la seguridad de la población.Por ejemplo, ¿qué hacemos con los residuos? Un ciudadano debería acceder a la información, a través de los medios, y entender cómo son las cosas.

Como naturalista, ¿todavía tiene esperanza en el futuro de este planeta?

Es una cuestión complicada. Con las tendencias que llevamos, mal vamos. El consumo infinito y el aumento de la población no van muy bien con el cuidado del planeta. Debemos tomar más conciencia de la ecología desde pequeños, no se puede desperdiciar ni sobreconsumir. Ese tipo de cosas son más necesarias que un gran cambio tecnológico para que el planeta mantenga sus condiciones para albergar vida. Así, el primer paso es concienciar a la población y, luego, que cada uno saque sus propias conclusiones