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Alfa 38
Gestión y clasificación de los residuos radiactivos de baja y media actividad
Texto: Julia López de la Higuera | Jefa de Área de Residuos de Baja y Media Actividad
La gestión de los residuos radiactivos comprende todas las actividades necesarias desde que se generan hasta que se almacenan de forma definitiva (gestión final), incluyendo todas las operaciones intermedias de manejo, tratamiento, acondicionamiento, almacenamiento temporal y transporte
De acuerdo con las opciones de gestión final de los residuos radiactivos adoptadas en España, se denominan residuos radiactivos de baja y media actividad de periodo corto y medio (RBMA) aquellos cuya actividad se debe principalmente a que contienen radionucleidos de periodo de semidesintegración inferior o igual a 30 años, y cuyo contenido en radionucleidos de periodo más largo es muy bajo y se encuentra limitado. La actividad másica de los radionucleidos se sitúa en general entre algunas decenas de Bq/g (bequerelios por gramo) y valores del orden de 107 Bq/g.
Para la gestión final de estos residuos es necesario que se confinen y aíslen de manera controlada del entorno humano durante algunos cientos de años, tiempo necesario para que su radiactividad decaiga suficientemente y no se produzca un impacto radiológico inaceptable para las personas y el medio ambiente. Estos objetivos pueden conseguirse en los almacenamientos definitivos (finales) construidos cerca de la superficie terrestre, como es el de El Cabril.
Se ha definido también una subcategoría de este tipo de residuos, denominada residuos de muy baja actividad de periodo corto o medio (RBBA), que disponen de una gestión final diferenciada y una tecnología de almacenamiento definitivo propia en el centro de El Cabril, adecuada al menor riesgo radiológico que suponen.
La seguridad de los almacenamientos definitivos construidos cerca de la superficie terrestre, como el de El Cabril, está basada en la existencia de barreras, que son medios naturales o artificiales interpuestos entre la radiactividad y el entorno humano, para confinar y retardar la posible salida de los elementos radiactivos. Se establecen generalmente tres barreras de seguridad: la primera es el acondicionamiento de los residuos, la segunda son las estructuras de ingeniería construidas y la tercera barrera es el medio geológico natural circundante, que retendrá en caso necesario los isotopos radiactivos para garantizar que el impacto radiológico sea aceptable.
Los residuos radiactivos de baja y media actividad (periodo corto o medio) se originan, fundamentalmente, en la operación y en el desmantelamiento de las centrales nucleares y otras instalaciones nucleares. En las instalaciones radiactivas se generan también pequeñas cantidades en las aplicaciones médicas e industriales que utilizan materiales radiactivos.
Almacenamiento definitivo
Una vez generados, estos residuos radiactivos se someten a diversos tratamientos (filtración, compactación, secado, etc.), en función de su naturaleza (residuos metálicos, plásticos, grasas, textiles, sólidos húmedos) y del acondicionamiento posterior que vayan a recibir. Esta última fase de acondicionamiento transforma el residuo radiactivo en un producto final aceptable para su almacenamiento definitivo en El Cabril, y que por tanto cumple con los criterios de aceptación en esta instalación.
Los criterios de aceptación de los residuos en el almacenamiento El Cabril constituyen un documento oficial de explotación de esta instalación y su objetivo es contribuir a la garantía de la seguridad durante la etapa de operación y en el largo plazo. Son un conjunto de limitaciones en relación con las características físico químicas de los residuos y con su actividad másica. Además, incluyen las pruebas a las que debe someterse cada bulto-tipo antes de ser aceptado, entre las que se encuentran la resistencia mecánica, los ensayos de lixiviación, los ensayos de ciclos térmicos, etcétera, y los criterios para valorar los resultados obtenidos en cada caso. Los productores de residuos están obligados a cumplir los criterios de aceptación en El Cabril y deben garantizar que tienen la capacidad necesaria para acondicionar los bultos de residuos con la calidad requerida.
Por su parte, Enresa, como titular del almacenamiento de El Cabril, debe garantizar que solo se almacenarán en esta instalación bultos de residuos que cumplan con los criterios de aceptación. Para ello, está implantada una metodología que implica la realización de un proceso específico de aceptación para cada bulto-tipo de residuos antes de que se inicie su acondicionamiento por el productor. Tras los ensayos y pruebas en cada bulto tipo, y siempre que los resultados sean satisfactorios, se produce la aceptación en El Cabril. Posteriormente, se realizan por Enresa controles periódicos en la recepción de los bultos de residuos, auditorías a los productores, exámenes documentales y en campo sobre el acondicionamiento de los residuos y ensayos de verificación programados para comprobar que se mantiene la calidad de los bultos que se almacenan en El Cabril. El proceso de aceptación y las actividades de control periódico posteriores son objeto de evaluación e inspección por el CSN.