CSN Rusia pone en marcha la primera central nuclear flotante para uso civil - Alfa 40 Revista Alfa

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Alfa 40

 

En septiembre de año pasado el Consejo de Seguridad Nuclear licenció, por primera vez en nuestro país, una instalación destinada a la protonterapia. En este número 40 de la revista ALFA hacemos un recorrido sobre cómo funciona este tipo de infraestructuras que buscan luchar contra el cáncer de una forma segura y efectiva para los pacientes. 

Aprovechamos esta edición de ALFA para echarla vista atrás y repasarlos nombres que han formado parte de la investigación atómica en España con el artículo Los precursores del átomo. Relacionado con las centrales nucleares, este número 40 nos acerca a una de los mecanismos más novedosos de este tipo de instalaciones: la gestión de los gases combustibles a través de los recombinadores autocatalíticos pasivos. Las páginas de la entrevista están dedicadas a Carlos Alejaldre, director del Centro de Investigaciones Energéticas y Medioambientales (CIEMAT). En los reportajes divulgativos de ALFA podemos encontrar la historia de la primera central nuclear flotante. Además, nos pondremos al día en cuanto a las investigaciones relacionadas con las baterías.

Atzealdea

Rusia pone en marcha la primera central nuclear flotante para uso civil

Rusia ultima la primera central nuclear flotante, cuyo reactor ha pasado con éxito todos los ensayos a finales de abril de este año. En un país con ciudades en algunas de las regiones más inhóspitas del planeta, este tipo de pequeñas instalaciones ofrecería una alternativa más flexible a la construcción de otros tipos de centrales de producción eléctrica. El barco, bautizado como Akademik Lomonosov, en honor al científico ruso del siglo XVIII Mijail Lomonosov, fue construido entre 2007 y 2018 y cuenta con dos reactores de 35 MW cada uno. Con esa capacidad, podrían suministrar electricidad a una población de unos 100.000 habitantes.
Texto: Daniel Mediavilla | Periodista  

Después de los primeros reactores experimentales y la construcción de bombas atómicas, los usos iniciales de la energía nuclear se desarrolla ron a bordo de submarinos y portaaviones. De hecho, la elección de un Reactor de Agua Presurizada para incluir en el submarino USS Nautilus, una decisión en la que tuvo gran influencia el almirante de la marina Hyman G. Rickover, orientó durante décadas el camino que seguiría la industria nuclear para usos civiles.

El buque fue construido durante la última década en los astilleros bálticos de San Petersburgo y desde allí partió hacia la ciudad de Murmansk, la mayor urbe del planeta al norte del círculo polar Ártico. Esta ciudad albergó la base de rompehielos y submarinos nucleares durante los años de la Unión Soviética y donde quedaron, tras la caída del imperio comunista, más de 200 reactores nucleares que desmantelar. En este epicentro mundial de la navegación con propulsión atómica, el Akademik Lomonosov comenzó a cargar su combustible nuclear entre julio y octubre del año pasado. En noviembre, comenzó la puesta a punto del barco para tenerlo listo para el comienzo de sus operaciones comerciales. En diciembre, los dos reactores se pusieron a funcionar al 10 por ciento de su capacidad y las pruebas continuarán hasta el próximo verano. Entonces, la embarcación será remolcada hasta su destino, la localidad ártica de Pevek, la más septentrional de Rusia. Una vez allí, se conectará a las redes eléctrica y de calefacción para comenzar a funcionar con normalidad a finales del año. Su energía reemplazará a la producida por la central térmica de Cháunskaya y a la nuclear de Bilíbino.

Rosatom, la corporación estatal que re gula las operaciones nucleares en el país, tenía planes desde hace tiempo para poner en marcha plantas móviles pequeñas, con el objetivo de satisfacer las necesidades de las localidades más remotas. Para ellos, la energía nuclear sería también una forma de reducir las emisiones con efecto invernadero que provocan el cambio cli mático y proporciona además flexibilidad y una autonomía notable. Los reactores del Akademik Lomonosov pueden operar sin necesidad de volver a cargar combustible durante más de tres años.

Moscú no es el único país que se ha planteado la construcción de centrales nucleares flotantes, aunque, con permiso de EE.UU, ha sido el primero en llevar a cabo el plan. El país norteamericano construyó hace más de medio siglo el MH-1A Sturgis, una central nuclear itinerante que fue remolcada hasta la zona del Canal de Panamá, donde produjo electricidad entre 1968 y 1976. También en Norteamérica, la compañía Westing house diseñó dos plantas flotantes para colocar en la costa del estado de Nueva Jersey, pero nunca se construyeron.

Negocio potencial
Ahora, dos compañías chinas están construyendo instalaciones similares y en EE.UU, instituciones como el Massachusetts Institute of Technology (MIT), también tienen equipos que han diseñado proyectos parecidos. En opinión de estos expertos, la colocación de reactores nu cleares en barcos puede ayudar a reducir los costes de producción en la experiencia de los últimos años, al menos en EE.UU., los sobrecostes de los proyectos y la oposición política ha detenido prácticamente la construcción de nuevas centrales nucleares. La posibilidad de ensamblar estas centrales flotantes en astilleros las haría más baratas. Además, estas instalaciones podrían producir una energía sin gases de efecto invernadero y con una producción que no depende de las circunstancias ambientales como la energía eólica o la solar. Para Rosatom, esta planta servirá de modelo para el negocio potencial, como puede ser construir otras parecidas para otros países, tanto para venderles el barco con los reactores como para colocarlo junto al territorio al que se quiera proveer electricidad y vendérsela.

Según explican los responsables del proyecto, “las soluciones tecnológicas para los componentes de la central nuclear flotante están basadas en una tecnología utilizada en los rompehielos nucleares desde 1988”. Los rompehielos Taimyr y Vaigach, con una amplia experiencia surcando las aguas heladas del Ártico, se utilizaron como prototipos. Los responsables de Rosatom aseguran que los reactores de estos barcos han funcionado sin sufrir un fallo durante varias décadas en las condiciones extremas del polo y una unidad similar ha operado durante muchos años sin problemas en el buque Sevmorput.“Además, hay que señalar que las tecnologías de las instalaciones de los reactores para la flota de rompehielos están siendo mejorados constantemente y han experimentado avances cuantitativos desde 1988”, añaden.

Impacto medioambiental
Otro de los objetivos de la construcción del barco es la reducción del impacto medioambiental de la producción de electricidad. Se estima que cada día de operación de la central flotante reduce el consumo de carbón en 200.000 toneladas y el de petróleo, en 120.000, directamente o a través del ahorro de gas, algo a lo que las autoridades rusas atribuyen gran importancia debido a los acuerdos del clima de París. Además, la energía del Lomosonov mejorará las condiciones energéticas de los habitantes de regiones remotas y facilitará la ampliación de los proyectos de la industria minera. “La principal ventaja es que una vez que se han superado las etapas de puesta en marcha de un nuevo proyecto, que necesitan una mayor cantidad de energía, la instalación nuclear flotante puede trasladarse al lugar en el que se esté arrancando otro proyecto”, explican los responsables de la iniciativa.

Una de las cuestiones esenciales en cualquier proyecto de producción de energía nuclear es la seguridad y los defensores de las centrales nucleares flotan tes creen que este concepto será más seguro que las centrales construidas sobre tierra firme. El barco ha sido construido pensando en la posibilidad de que choque con icebergs, algo que no sería extraño en la región ártica, para resistir al impacto de olas de siete metros o vientos de hasta 200 kilómetros por hora. En caso de que un tsunami arrastrase al barco tierra adentro y sufriese una inundación, cuenta con un sistema de refrigeración que funcionaría durante 24 horas. Además, los compartimentos de los reactores están protegidos por el doble casco del barco y los escudos especiales preparados para evitar la emisión de radiación al exterior en caso de un hipotético accidente.

Las plantas atómicas no serán las únicas centrales eléctricas que aprovechen las ventajas de construirse a bordo de barcos. La organización rusa Iceberg Central Design Bureau, que diseña todo tipo de embarcaciones y también creó el Akademik Lomonosov, anunció recientemente una oferta para construir una central eléctrica flotante alimentada por gas natural líquido. La oferta estipula que se pagarán algo más de 600.000 euros por el estudio de viabilidad, el diseño preliminar y la posibilidad de despliegue, según afirma Kommersant. Este tipo de plantas, que podrían ser más baratas que las nucleares, aunque sí emitirían gases con efecto invernadero, ya son una realidad. La compañía finlandesa Wärtsilä ha enviado una de esas plantas eléctricas a la República Dominicana.

Rusia cuenta con grandes planes de desarrollo industrial para la región del Ártico, incluida la ruta del Mar del Norte y los ríos septentrionales Obi, Yenisei y Lena. En esa región, la opción nuclear ofrecería una autonomía difícil de igualar, pe ro las reservas de gas natural en las aguas del norte también facilitarían el suministro a una planta eléctrica de este tipo.

Adiós a Bilibino
La historia de la llegada delAkademik Lomonosov a Pevek será también la del desmantelamiento de la central nuclear más aislada (y de menor tamaño) del mundo. La central eléctrica de Bilibino, en Chukotka, a más de 5.600 kilómetros de Moscú y con una separación de once husos horarios, cuenta con cuatro pequeños reactores y lleva en funcionamiento desde 1976. El 12 de febrero de este año, según contaba The Maritime Executive, la organización nuclear rusa Rosenergoatom recibió un permiso para operar el reactor número uno de la planta de Bilibino sin generar electricidad durante 15 años, un requisito del proceso regulatorio del país que se debe cumplir antes de comenzar el desmantelamiento. El reactor fue desenchufado de la corriente el pasado marzo y su combustible fue retirado y almacenado. Está previsto que los otros tres reactores se desconecten en 2022.

Bilibino fue fundada en los años cincuenta para explotar el oro del extremo oriental del país, y la central, que sirvió para satisfacerlas necesidades energéticas de la actividad minera, comenzó a ser construida por voluntarios de las juventudes comunistas, el Komsomol, en 1974. Esa industria llevó la población de la localidad hasta los 15.000 habitantes durante los ochenta, pero la caída de la Unión Soviética y el agotamiento de las reservas de oro provocó un descenso abrupto de la población, que hoy ronda los 5.000 habitantes. Para llegar a Bilibino desde Pevek, donde estará amarrado el Akademik Lomonosov, hay que transitar por una carretera construida sobre el hielo que solo se derrite cuando llega el verano.

Entre las críticas que se han planteado a esta nueva central nuclear flotante está el interés real de su llegada al extremo oriente ruso. Aunque ya muy disminuida, la población de Bilibino está dedicada en gran medida a mantenerla central nuclear. La comparativamente reducida tripulación que necesitaría el barco sería un golpe más para los habitantes de la zona que, además, tampoco podrían consumir la cantidad de energía que producirá el Akademik Lomonosov, capaz de dar electricidad a una ciudad de 100.000 habitantes.

Algunos críticos han planteado que, en realidad, esa energía se emplearía para alimentarlas actividades de perforación que están proliferando en el mar de Chukchi, una práctica que llevaría al mercado nuevos hidrocarburos y pondría en duda los argumentos de Rosatom en favor del barco nuclear como una herramienta para reducirlas emisiones de CO2 . A estas dudas sobre la conveniencia de este tipo de centrales flotantes se añade la propia lejanía del área de operación, que requeriría recorrer largas distancias para retirar el combustible gastado para su almacenamiento. A la distancia se añadirían las condiciones hostiles del Ártico que dificultaría la reacción en caso de un accidente. 

Otros proyectos 
Pese a estas críticas, el interés de otras grandes potencias en este tipo de centrales nucleares flotantes no se ha reducido. El verano pasado, China comenzó a trabajar en su propio proyecto en la ciudad de Yantai, en el Este del país. Este proyecto, que tendrá un coste inferior a 200 millones de euros, debería estar finalizado y listo para producir energía en 2021. El objetivo de la potencia asiática sería, en principio, facilitar el acceso a electricidad en las islas y ciudades costeras del mar del Sur de China pero también para alimentar instalaciones industriales o mineras en alta mar.

La compañía responsable del proyecto, la Corporación Nuclear Nacional China (CNNC), ya tiene un diseño preliminar del reactor, bautizado como Yanlong, basado en el diseño de sus reactores experimentales tipo piscina con los que han trabajado durante las últimas cinco décadas. En 2016, la CNNC ya había anunciado que tiene previsto construir 20 centralesatómicas flotantes impulsadas dentro del 13º plan quinquenal chino 2016-2020.

Otros países se plantean aplicar la tecnología que Rusia ya ha colocado a bordo del Akademik Lomonosov. En diciembre del año pasado, durante la reunión del G20 que tuvo lugar en Buenos Aires, re presentantes de Rosatom firmaron con Argentina un acuerdo para ampliar su cooperación en el ámbito de la energía nuclear con usos pacíficos. En ese acuerdo, los dos países plantean la posibilidad de operar en conjunto una flota de centrales nucleares flotantes diseñadas por Rusia.

Cuando el Akademik Lomonosov comience a producir electricidad en el Ártico, el Sturgis, que de algún modo fue la primera central nuclear flotante, ya habrá sido desmantelado. Eso sucedió en septiembre del año pasado: más de 40 años después de dejar de funcionar, su reactor se desactivó y más de 680 toneladas de residuos nucleares se retiraron. Durante los ocho años de funcionamiento, utilizó sus 10 megavatios de potencia para dar energía a los 80 kilómetros de esclusas del c nal de Panamá.

Pero este barco no fue diseñado para convertirse en una central flotante. Entre 1945 y 1963 fue utilizado como barco de carga y conocido como SS Charles Cugle. Después, fue partido en dos y dotado con un reactor nuclear y una turbina para generar electricidad. Cuando ganó su capacidad para producir energía nuclear, el Sturgis perdió la de moverse y, como el Akademik Lomonosov, tuvo que ser remolcado. En los años 60, EE.UU planteó el barco como el primero entre muchas centrales itinerantes similares, que se des plegarían con facilidad hasta lugares difíciles de alcanzar o generar energía.

Entre los aspectos positivos de la enseñanza del Sturgis se puede destacar que funcionó sin ningún problema durante los ocho años en que fue necesario recargando combustible en varias ocasiones. Según sus ingenieros, su trabajo permitió liberar más de tres billones de litros de agua para otros usos en la zona del Canal que antes se utilizaban en parte para alimentar una central hidroeléctrica poco eficiente.

Una interpretación negativa de la experiencia del Sturgis es que, al final, fue la única central nuclear flotante construida por los EE.UU. El programa militar que impulsó su desarrollo se canceló en 1977 y se decidió que este tipo de proyectos eran demasiado caros. El tiempo dirá si el nuevo impulso ruso a la energía nuclear flotante tiene o no futuro.