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“Los niveles mundiales de seguridad nuclear tecnológica y física no han disminuido durante la pandemia”
Rafael Mariano Grossi es un diplomático argentino que ostenta desde octubre de 2019 el cargo de director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Nacido en 1961, se licenció en Ciencias Políticas y se doctoró en Historia y Política Internacional. En 1985 se incorporó al Ministerio de Asuntos Exteriores de su país iniciando una carrera como diplomático en la que ha representado a su país en diversos países y en instituciones internacionales como la OTAN y el OIEA. Experto en temas de no proliferación y desarme, ha sido, entre otras cosas, jefe de Gabinete en la Organización para la Prohibición de Armas Químicas y presidente de la Conferencia de las Partes para el Examen del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. En 2015 presidió la Conferencia Diplomática de la Convención sobre Seguridad Nuclear, logrando la aprobación unánime de la Declaración de Viena. Fue también jefe de Gabinete del anterior presidente del OIEA, Yukiya Amano.
Apenas iniciado su mandato al frente del Organismo hizo su primera visita al extranjero para asistir, en Madrid, a la COP25, la reunión de las partes firmantes del Convenio de Cambio Climático, en diciembre pasado. En los meses transcurridos desde entonces ha tenido que centrar su labor en gestionar la situación provocada por la pandemia de la covid19, y conseguir que en semejante e inesperada situación el OIEA permaneciera plenamente activo. Con gran amabilidad, casi preceptiva en un diplomático, aceptó la solicitud para esta entrevista, realizada a través de una plataforma de videoconferencia, buscando un hueco en su repleta agenda. Si las circunstancias lo permiten, asegura que pretende volver a España este año para asistir a la celebración del 40 aniversario del Consejo de Seguridad Nuclear.
Rafael Grossi, director general del OIEA
Ignacio Fernández Bayo | Periodista científico
PREGUNTA: Usted conocía ya muy bien el OIEA. ¿Ha habido algo que le haya sorprendido al acceder a la Dirección General?
RESPUESTA: Efectivamente, yo me he hecho cargo de un organismo internacional que conocía porque fui representante de mi país y antes tuve el honor de trabajar como jefe de gabinete de mi predecesor, Yukiya Amano, en su primer periodo. Y desde esas instancias, y con la intensidad que naturalmente tiene esa función, pude conocer muy bien el organismo. Lo que no imaginaba es que al asumir yo esta responsabilidad me encontraría con un mundo tan alterado como el que nos plantea covid.
P: ¿Cómo les ha afectado la pandemia?
R: Sin entrar en los aspectos que la agencia puede haber hecho o no en relación con esto, desde el punto de vista gerencial planteó desafíos enormes, porque, como usted sabe, este organismo no es como otros del plano internacional que son de carácter normativo o deliberativo... el OIEA también lo es, pero, además, tiene en su ADN el estar en el mundo, inspeccionando, monitoreando, aportando capacitación técnica... Es decir, somos un organismo con mucho músculo y que estamos ahí fuera.
P: Es un organismo ejecutivo, se puede decir.
R: Exacto. Creo que es una de las cualidades del OIEA y que lo destaca bastante del universo de las organizaciones internacionales. Frente a la situación planteada cabían dos alternativas. Una era decir “bueno, estamos frente a un mundo que está en lock down, paralizado y silenciado, y tenemos que esperar, poner en paréntesis nuestras actividades. Esto es lo que hicieron muchos organismos, incluyendo algunos con capacidad de inspección, como los referidos a otras armas de destrucción masiva. La otra alternativa era seguir. Yo dije que el OIEA no iba a parar ni un minuto, porque la situación generó enormes necesidades de algunos países que se volcaron al OIEA buscando solución y ayuda; y, por otro lado, en materia de no proliferación, porque el hecho de interrumpir la presencia de nuestros inspectores en el terreno planteaba un interrogante muy grande en términos de continuidad de la cadena de conocimientos en esta materia. Como se dice en castellano: a río revuelto, ganancia de pescadores; y en un río tan revuelto como el de la covid teníamos que estar doblemente atentos. Esa fue la mayor sorpresa que tuve, la de adaptarme a esto. No tuve luna de miel, por decirlo así.
P: ¿Qué objetivos se plantea para su mandato al frente del OIEA?
R: Yo creo que no hemos modificado los objetivos, diría que los hemos aumentado, porque los países esperan de nosotros lo de siempre pero más. Los que se fijan simplemente en los aspectos vinculados a la dimensión más estratégica del OIEA, como las salvaguardias, esperan que nosotros no bajemos la guardia; los países que se fijan en aspectos más ligados a la seguridad tecnológica y la seguridad física temen que las obvias limitaciones y restricciones en nuestra tarea, como el trabajo a distancia, hagan que los estándares de seguridad tecnológica y física desciendan, y por tanto se den situaciones de fragilidad e insisten en buscar que el organismo esté más presente que nunca. Y, por supuesto, es obvio que se añade el tema de la asistencia para el tratamiento de la pandemia a muchos países.
P: Usted es experto en proliferación nuclear, una cuestión que preocupa cada vez más. De hecho, el famoso Doomsday Clock, del Boletín de Científicos Atómicos, se ha adelantado este año hasta tan solo 100 segundos de la medianoche, más cerca que nunca. ¿Estamos realmente en una situación muy preocupante?
R: Creo que lo que usted dice es muy cierto; es decir, está claro que los problemas actuales de proliferación no se han solucionado, son un trabajo en curso, con sus altos y bajos, y esto se aplica en particular a casos como el de Irán, el de Corea del Norte y algunos otros más, que mantenemos bajo la lupa. Por lo tanto, creo que el escenario internacional es complejo. Usted cita el Doomsday Clock, que se refiere principalmente al desarme nuclear, pero no somos una organización de desarme nuclear; no tenemos una responsabilidad primaria, aunque sí trabajamos para que la existencia de armas nucleares no empeore. Estamos muy atentos mirando la situación y lo hacemos con un gran sentido de nuestra responsabilidad.
P: ¿Y consiguen que la situación no empeore?
R: Creo que el mundo está en una fase de transición en este aspecto, donde muchos de los supuestos geoestratégicos están siendo revisados. Este es un diálogo que tiene lugar sobre todo entre las potencias nucleares, entre las cuales no existe en este momento una armonía como pudo haber en otros momentos; y esto es relevante en un momento en el que el Tratado de No Proliferación está en vísperas de su periódica revisión, que hubiese debido tener lugar este año y probablemente se haga al año entrante. Y en eso también el organismo trata de aportar su conocimiento técnico y de apoyo a los países.
P: Entiendo que se siguen realizando inspecciones en Irán. ¿Qué resultados ofrecen? ¿Se cumplen los requisitos que en su día se pactaron?
R: Tenemos una situación de claroscuro. En general cumplimos nuestra tarea de inspección en Irán, pero como es de público conocimiento hemos tenido ciertos desacuerdos en la medida en que Irán aún no nos ha dado acceso a ciertas instalaciones que hemos solicitado. Por lo tanto, este tema ha sido ventilado en el seno de la Junta de Gobernadores del Organismo y estamos en este momento en un proceso de consultas muy intensas con la parte iraní para tratar de solucionarlo. Por tanto, se puede decir que tenemos un panorama mixto, con algunos elementos positivos, pero también con otros que no lo son tanto.
P: Y en el ámbito energético, ¿cuál es el estado de la seguridad de las centrales nucleares en la actualidad?
R: Para usar la analogía que usted utilizó del Doomsday Clock, si hubiera un reloj de la seguridad tecnológica nuclear no estaría ni por asomo cerca de la medianoche, tendría un panorama mucho más edificante y positivo. Hemos hecho un análisis específico de las experiencias operativas de los reguladores en materia de seguridad nuclear durante la pandemia y lo que vemos es que los niveles de seguridad tecnológica y física no han decaído. Creo que existe una gran prioridad por parte de los operadores y de los reguladores, como el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), y están siguiendo día a día ese proceso. Obviamente, la seguridad tecnológica y física es un trabajo de todos los días, en ningún momento puede relajarse ni decir “he llegado a este punto en el que puedo decir que estoy tranquilo”. Cada día que una central nuclear está operando es un día en el que estamos todos muy alertas y así debe ser en nuestra industria y en cualquier otra. Creo que es un momento de gran compromiso, y veo a la comunidad nuclear internacional muy comprometida con la seguridad.
P: ¿Ese compromiso es en parte debido a las lecciones de Fukushima?
R: Estamos tratando de sacar nuestras conclusiones y en los próximos meses, coincidiendo con el décimo aniversario del accidente, hemos organizado una conferencia en Viena especial para evaluar dónde está la seguridad tecnológica nuclear en el mundo hoy, qué lecciones hemos aprendido y qué más podemos hacer
P: Da la impresión de que la seguridad ha ido mejorando a base de accidentes, Three Mile Island supuso una mejora de carácter tecnológico, Chernóbil ante fallos humanos y Fukushima frente a desastres naturales. ¿Nos falta un accidente por otra causa, por ejemplo, seguridad física, para seguir mejorando?
R: Lo que usted dice es una observación acertada. Quizá por la propia naturaleza humana, y no se limita esto solamente al campo nuclear, muchas veces solamente reaccionamos y tomamos acciones correctivas cuando nos enfrentamos a un problema, una crisis o un accidente y es mucho más difícil hacerlo de forma preventiva. ¿Por qué? Porque vivimos en un mundo donde los recursos son escasos y es muy difícil a veces convencer a las autoridades financieras de que es importante tomar tales medidas preventivas, porque son costosas. Esto lo vemos en muchos sectores y con frecuencia cada sector avanza a golpes de crisis. Pero también es cierto que los operadores y los organismos internacionales hemos aprendido mucho. Y hemos sido conscientes de que los accidentes tienen efectos devastadores para la industria y la actividad nuclear, más allá de los efectos que tiene en materia ambiental o de vidas humanas, que, como usted sabe, han sido en realidad bastante limitados, si comparamos con otras grandes actividades industriales, como la minería, la industria del petróleo o la química. Pero esto no nos debe llevar a complacencia alguna, por supuesto. Tenemos que mantener la cultura de la seguridad, que es un concepto muy amplio, muy vasto, que, aunque a veces no se pueda definir muy bien en qué consiste, describe bastante bien un estado de espíritu, el de estar siempre en la brecha.
P: Parece que la energía nuclear está en retirada en todo el mundo. ¿Considera que aun así tiene futuro, teniendo en cuenta otras amenazas como la del cambio climático?
R: Definitivamente sí. La energía nuclear contribuye masivamente a contener las cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Si aporta poco más del 10 o 15 % del total de la energía producida en el mundo, un tercio de las energías limpias son de origen nuclear, por tanto, como alguna vez he dicho, resulta acientífico describir estrategias de contención ante los efectos del cambio climático sin considerar una de las variantes que claramente aporta energía limpia y sobre una base constante. Para nosotros es importante y así lo dije en la COP 25 en Madrid, cambiando un poco la tradición del OIEA en este tema, que no era tan vocal. Lo que dije es que nosotros tenemos que tener un lugar en la mesa. No es una aspiración monopólica ni dominacional; no somos la solución, no somos la fuente de energía de elección para todos los países, pero sí son muchos los que la están incluyendo en su mix energético y por lo tanto es importante que se considere su presencia en la discusión global sobre el cambio climático. Estadísticamente, la energía nuclear está creciendo en el mundo. Puede estar decreciendo en algunos países, pero globalmente crece, incluso en algunos países del mundo desarrollado, y en modo alguno camina hacia el ocaso.
P: Llama la atención que el OIEA lleve a cabo iniciativas en temas aparentemente lejanos a su cometido, relacionados con la salud, el medio ambiente, la agricultura y el agua, entre otros. ¿Por qué y con qué objetivos?
R: Le agradezco la pregunta porque me da la oportunidad de recordar algo que es muy importante y es que nuestro organismo no se limita sencillamente a trabajar en la promoción de la energía nuclear, en las salvaguardias y en la seguridad tecnológica y física sino que también promueve usos pacíficos de la ciencia y la tecnología nuclear y en ellas hay una cantidad de actividades como las que usted ha mencionado y otras en las que la tecnología nuclear hace un aporte fundamental, como el uso de técnicas isotópicas para el manejo del agua, que es importantísimo para muchos países donde hay escasez de agua dulce para consumo humano, para determinar el uso de sus acuíferos; o las técnicas de irradiación para la seguridad alimentaria, de formidable importancia económica para muchos países en desarrollo, que gracias a las tecnologías de irradiación pueden evitar que sus cosechas se pudran o queden inutilizadas. La esterilización de insectos a través de irradiación ha permitido controlar fenómenos como la mosca del Mediterráneo y enfermedades como malaria y enfermedad del sueño en vastos espacios en África. Quizás ha sido un déficit nuestro el no haber sabido publicitar mucho más todo esto que la tecnología y la ciencia nuclear hacen por el bienestar de la humanidad. Ciertamente durante mi gestión lo haremos de forma muy consistente y tan visible como sea posible.
P: En el caso de la covid creo que han tenido un papel relevante.
R: Así es, porque también, entre otras muchas cosas que se ignoran del OIEA, tenemos un antiguo mandato en materia de enfermedades zoonóticas; es decir, aquellas que pasan del animal al hombre; con la FAO, que tiene su sede en Roma. Con ellos tenemos una división conjunta en la que trabajamos en la aplicación de tecnologías nucleares para la identificación de virus y de patógenos. Al comienzo de la pandemia nosotros montamos un vastísimo operativo de asistencia y apoyo a más de 120 países. De los 171 miembros que tenemos, 123 pidieron nuestra ayuda, incluidos muchos países de Europa, por lo que no es una asistencia norte-sur o dirigida a países en vías de desarrollo, sino que muchos países de ingresos medios vieron en el OIEA un asistente especial en tecnologías de detección y diagnóstico a través de PCR, como los que se están usando ampliamente.
P: Además, han puesto en marcha un proyecto de prevención de futuras epidemias, ya sea por el SARS-2 o por otros virus ¿En qué consiste?
R: Dar a los países mejores elementos de diagnóstico pude ser una parte, pero también hay otra parte de prevención en enfermedades zoonóticas en la que podíamos ayudar. Por tanto, hemos comenzado este proyecto que hemos denominado ZODIAC, por tener un acrónimo atractivo, que viene de Acción Integral de Enfermedades Zoonóticas en inglés. Estamos trabajando conjuntamente con la Oficina Internacional de Epizootias, con sede en París, con la FAO, con la OMS, y con Naciones Unidas en general para darle capacidades a la red interconectada de laboratorios veterinarios que ya teníamos en el OIEA y que ahora buscamos potenciar. De manera que ahora estamos trabajando en eso, buscando apoyos presupuestarios en el sector privado, en bancos de inversión. También en eso he tratado de romper el molde, porque es obvio que con las cuotas tradicionales que pagan los países miembros es imposible dar toda esta ayuda, y por tanto es necesario recurrir a contribuciones extrapresupuestarias y en ese esfuerzo estamos.
P: Mirando más hacia España, ¿Cómo son las relaciones entre el Consejo de Seguridad Nuclear y el OIEA?
R: Creo que el Consejo, que pronto cumple 40 años, es uno de los interlocutores más consistentes que tiene el Organismo. En mi visita a Madrid el pasado diciembre tuve ocasión de encontrarme y hablar con el presidente Serena y nos comprometimos mutuamente a multiplicar esos lazos.
P: ¿Qué aporta el CSN al Organismo?
R: España es un país con muchas centrales nucleares, que operan muy bien, con altos estándares de seguridad y que puede ayudar a muchos otros. Para mí, como argentino y como exgobernador, está muy claro porque tengo experiencia como participante en reuniones del Foro de Reguladores Iberoamericanos. Ese es un ejemplo muy claro del papel tan interesante que tiene España. Y hablo más allá de lo nuclear, porque España es un país que, por historia, por cultura y por afecto, es parte del mundo iberoamericano. Y, como es obvio, también es un país europeo, y eso le permite tener un pie en distintos lugares y aportar esa experiencia reguladora en distintos marcos. El regulador español tiene la experiencia de WENRA, la del FORO y otros organismos, además de su propia experiencia nacional, y eso le da esa capacidad de articulación que es tan importante. La nuclear es una actividad internacional, necesariamente de cooperación y de prevención, donde las consecuencias, y lo evocábamos al hablar de los accidentes, las sufrimos todos, así que esta dimensión internacional en materia reguladora es muy importante para mí y para el Organismo. El Consejo tiene un papel de pivot, estratégico, que espero desarrollar durante los próximos años durante mi gestión.
P: ¿Y qué le aporta el OIEA al Consejo?
R: Creo que el OIEA le aporta lo que a toda la comunidad internacional. El OIEA es nuestro punto de encuentro, de todos, en una actividad que, por lo estratégico, por lo energético, por lo climático, por lo tecnológico... no importa qué eje, la cooperación internacional es indispensable y todo pasa por el OIEA; si no existiera deberíamos reinventarlo. Aquí es donde nuestros reguladores se unen y establecen los estándares de seguridad tecnológica, donde compartimos proyectos en materia de nuevos diseños, por no hablar de las salvaguardias. Por lo tanto, el OIEA aporta ese punto de unión desde el cual actuamos todos de manera coordinada y armónica.