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Apuntar a la diana del cáncer
Saber por qué se producen metástasis y cómo evitarlas, desarrollar diagnósticos más precisos y probar nuevas herramientas para tratar el cáncer de forma personalizada son los principales ámbitos de la investigación actual, unas veces con descubrimientos reveladores y otras, con la sensación de caminar en bucle. Se trata de una carrera de fondo, donde la revolución que supuso la radioterapia deja hueco a nuevas técnicas que persiguen apuntar mejor a la diana. El futuro es incierto, pero esperanzador.
Texto: Cecilia Ordás
Angelita Rebollo García es doctora en Biología, colaboradora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y directora de investigación del Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale de Francia (Inserm). Lleva lustros investigando sobre el cáncer. En concreto, el carcinoma de mama triple negativo, muy agresivo y con pocas probabilidades de curación. Su centro de operaciones está ubicado en la Unidad de Tecnologías Químicas y Biológicas para la Salud de la Universidad de París. Junto con su equipo, ha desarrollado la molécula PEP-010, un péptido penetrante que actúa de base en un nuevo y esperanzador tratamiento. Su singularidad es que ataca las células cancerígenas respetando las sanas. Así es la «magia» de la biotecnología.
«Este péptido terapéutico bloquea la interacción entre dos proteínas que están desreguladas en cáncer. A este péptido le hemos añadido una secuencia de penetración que permite dirigirlo exclusivamente a células tumorales, con lo que aumentamos la eficacia, disminuimos la toxicidad y la cantidad de péptido que debemos administrar para un efecto terapéutico óptimo», expone la investigadora leonesa establecida en Francia.
De momento, la carrera sigue a buen ritmo: «estamos terminando la primera fase del ensayo clínico. El péptido terapéutico PEP-010 se va a proponer en el cáncer de ovario y páncreas, donde se ha observado una remisión tumoral muy importante en los pacientes tratados», afirma.
Cuando se habla de investigación, una puerta abre otra. Siempre hay habitaciones en las que penetrar para encontrar algo que se precisa en la siguiente expedición. «Siguiendo la misma estrategia que en el caso anterior, hemos patentado otro péptido terapéutico para la enfermedad de Parkinson. En estos momentos, lo estamos probando en monos en los que se inducen los síntomas de la enfermedad», precisa Rebollo.
La senda de la investigación
Que la investigación cura es una frase muy presente para Enrique de Álava, jefe del Servicio de Anatomía Patológica en el Hospital Universitario Virgen del Rocío y profesor de la Universidad de Sevilla. «Actualmente hay líneas de investigación muy interesantes. Una es saber por qué se producen las metástasis y qué podríamos hacer para evitarlas. Son investigaciones básicas que nos ayudan a conocer el porqué. Otro gran grupo de investigaciones se centra en cómo hacer un diagnóstico más preciso. El cáncer no es una sola enfermedad, sino un grupo. Por eso el diagnóstico trata de ponerle nombre y apellidos. Otra línea de investigación es la clínica, sobre todo en los hospitales y centros de salud, donde están probando nuevas herramientas para tratar el cáncer de manera diferente; pero ese tratamiento preciso no funcionaría si no hubiera un diagnóstico de precisión, que es el paso anterior. Y todo eso tampoco funcionaría si no existiera un conocimiento básico o fundamental que intentara responder a las grandes preguntas del porqué. En definitiva, hay tres grandes tipos de investigación: la básica, la del diagnóstico de precisión y la de las terapias de precisión en el cáncer», explica.
Precisamente, Rebollo hace hincapié en las investigaciones dirigidas a la identificación de moléculas que funcionan contra la mutación de los oncogenes: «hoy en día hay tratamientos contra el cáncer dirigidos a mutaciones específicas presentes en los cánceres y esos tratamientos se pueden usar en cualquier paciente con esa mutación específica. Este tipo de terapias dirigidas usan pequeñas moléculas o anticuerpos monoclonales».
Y respecto a la mejora en la precisión de diagnósticos que apuntaba Enrique de Álava, la jefa de la Unidad de Imagen Molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Francisca Mulero, destaca que la inteligencia artificial y el machine learning «están revolucionando la interpretación de imágenes médicas». De este modo, estos avances tecnológicos están mejorando la detección temprana de signos de cáncer y permitiendo prever la evolución de los tumores con mayor precisión.
En todo caso, se trata de una carrera a largo plazo. «Muchos tumores se pueden curar con herramientas sencillas. Las herramientas más modernas ayudan a curar más tipos, pero algunos cánceres son particularmente agresivos. Lo que se busca es parar la enfermedad o hacerla crónica, con un tratamiento que dure toda la vida, como ha sucedido en enfermedades como el SIDA, que era mortal hace treinta años y hoy se controla con terapias relativamente complejas, pero que la han convertido en una enfermedad crónica. Y luego están los pacientes en los que no podemos ni siquiera cronificar la enfermedad porque es demasiado agresiva. En este caso, tenemos dos misiones: una, hacer el final de la vida lo más tranquilo, sereno y libre de dolor posible; la otra es investigar», señala Enrique de Álava.
Disparar la flecha
La formación de un tumor se debe a una enrevesada acumulación de mutaciones genéticas que provocan que la célula prolifere indebidamente. La combinación de esas mutaciones y la interacción con las variantes genéticas ya existentes en el paciente determinan el comportamiento del tumor. Saber si va a crecer despacio o deprisa, permanecer en su lugar de origen o desplazarse a otros órganos, si responderá con radioterapia o fármaco o si convendría una cirugía radical es crucial para que el paciente reciba el tratamiento adecuado.
«El cáncer es en realidad un grupo complejo de enfermedades en el que intervienen muchos factores que pueden desencadenarlo: tabaco, alcohol, mutaciones, exposición a agentes químicos y radiaciones, envejecimiento celular, herencia, infecciones, etc. Entre un grupo de personas que padecen el mismo tipo de tumor, la respuesta al mismo tratamiento es muy diferente. Aun siendo optimista, no creo que en los próximos años podamos decir que hemos encontrado una cura definitiva a los más de cien tipos diferentes de carcinomas que existen. Pero, a pesar de esto, hay que ser positivos, ya que desde el año 2000 la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha aprobado 140 principios activos contra tumores sólidos. Los ensayos clínicos en oncología en España representan alrededor del 36 % del total. Cabe también recordar que en algunos tipos de cáncer la supervivencia está por encima del 90 %. Es importante destacar que la prevención y la detección precoz son dos factores que ayudan a aumentar el porcentaje de supervivencia», argumenta la investigadora de la Universidad de París.

Francisca Mulero coincide con Angelita Rebollo en la complejidad del cáncer y en que tampoco habrá «una sola cura que funcione para todos los tipos de cáncer». Según apunta esta experta, se están abriendo muchos campos de investigación, como terapias CAR-T o inmunoterapias. «Como especialista en imagen molecular, una de las áreas más relevantes en la actualidad es la teragnosis. Esta metodología combina diagnóstico y tratamiento con una sola molécula marcada con diferentes isótopos radiactivos», añade la jefa de la Unidad Molecular del CNIO.
Enrique de Álava apunta también que «en primer lugar, cada tipo de tumor, y son cientos, debe tener un tratamiento concreto. En segundo lugar, se debería concentrar mucho más esfuerzo en la prevención que en el tratamiento. Aplicando bien la prevención tendríamos una prevalencia un 60 % menor. La importancia de conocer las alteraciones moleculares varía según el contexto y está estrechamente relacionada con las características específicas del cáncer, como su tipo y subtipo (su nombre y apellidos). Es como una diana frente a la cual se pueden lanzar fármacos nuevos. Si somos capaces de descubrir la diana en esa célula tumoral y se dispara la flecha adecuada, es posible que se pueda originar una buena respuesta a la terapia. El diagnóstico tiene que ver con identificar las dianas».
Predisposición al cáncer
Algunas alteraciones relacionadas con el desarrollo futuro del cáncer pueden ser útiles para la prevención o para saber si la persona tiene cierta predisposición a tener cáncer. «Hay alteraciones moleculares que no son hereditarias, sino que tienen que ver el con el medioambiente o el estilo de vida. Y ahí son muy importantes los programas de cribado, es decir, buscar a los pacientes antes de que desarrollen el cáncer, como se hace con las mamografías o las revisiones ginecológicas, para descubrir no tanto quién tiene ya una neoplasia, sino quién tiene cierta probabilidad de tenerla para seguirla con más previsión, de manera más continuada y poder ponerle remedio», matiza Enrique de Álava.
En algunos casos, el cáncer tiene un fuerte componente hereditario. «Conocer esas moléculas, esos oncogenes, es muy importante, porque nos permite dar nombre y apellidos al cáncer, ver si hay alguna predisposición compartida con el resto de la familia y detectar el cáncer pronto, antes de que se haya extendido, se haya hecho maligno y sea grande. Y quitarlo resulta más sencillo, es menos problemático y redunda en una mejor calidad y cantidad de vida para los pacientes», puntualiza el jefe del servicio de Anatomía Patológica del Hospital Virgen del Rocío.
«Saber si existe una predisposición a un determinado tipo de cáncer es muy importante para el paciente. Por ejemplo, en los cánceres de mama y ovario causados por mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2, entre otros, se pueden hacer pruebas para detectarlas. Esto va a permitir que la persona afectada se haga más chequeos o se someta a una cirugía preventiva. No hay que olvidar que además de las mutaciones que afectan al ADN, las células tumorales también suelen presentar alteraciones epigenéticas que contribuyen a la biología del cáncer. Se está haciendo un gran esfuerzo para identificar estas alteraciones, porque pueden servir para desarrollar nuevos tratamientos. En resumen, la genética y la genómica tienen un papel muy importante en el cáncer», puntualiza Angelita Rebollo.
En este sentido, Francisca Mulero incide también en el envejecimiento como «factor de riesgo importante» para el desarrollo de la enfermedad, ya que con la edad se acumulan mutaciones genéticas y se debilitan los mecanismos de reparación celular.
Mulero advierte que el cáncer continuará mientras no se pueda revertir o, al menos, retener ese envejecimiento. «Sin embargo, la investigación no se centra únicamente en buscar una cura en el sentido tradicional, sino en desarrollar tratamientos que controlen y gestionen la enfermedad de manera efectiva, convirtiéndola en una condición crónica manejable», matiza la especialista del CNIO.