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Alfa 60
El número 60 de la revista Alfa centra su atención en diversos aspectos de la física nuclear y la seguridad en instalaciones nucleares. Se destacan los estudios sobre neutrones realizados en España y Europa, concretamente en el Centro Nacional de Aceleradores (proyecto HISPANoS) y el CERN (proyecto n_TOF). Además, se conmemoran los 40 años de la Inspección Residente del CSN, cuyo papel ha sido crucial en la mejora continua de la seguridad nuclear en España. También se celebra el 40 aniversario de Enresa, la empresa nacional de residuos radiactivos, resaltando sus logros en el desmantelamiento de centrales como Santa María de Garoña y la gestión eficiente del centro de El Cabril.
Otro tema central es el proyecto ITER, un ambicioso esfuerzo internacional para el desarrollo de la fusión nuclear, analizando sus avances y desafíos. La revista también aborda el proyecto GO-MERES, una colaboración entre el CSN y la Universidad Politécnica de Madrid para simular el comportamiento del hidrógeno en contenciones nucleares. Se incluyen análisis sobre las diferencias entre los elementos combustibles de centrales PWR y BWR, un repaso al proyecto EXradón sobre la exhalación de radón en materiales de construcción, y una presentación del Instituto de Fusión Nuclear Guillermo Valverde. Finalmente, se dedica un espacio a la figura de Werner Heisenberg y su contribución a la mecánica cuántica.
«El calendario de cierre de las centrales es un reto para todo el sector, comenzando por el propio CSN y siguiendo por las empresas españolas»
Desde su creación hace cuarenta años, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) se ha consolidado como referente en la gestión de materiales radiactivos. Entre sus logros más destacados, el presidente José Luis Navarro subraya las labores de desmantelamiento de la central nuclear Santa María de Garoña y la ejemplar eficiencia del centro de almacenamiento de El Cabril. Todo se enmarca en el contexto del séptimo Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR), aprobado hace un año, pieza clave para garantizar el cierre ordenado de las cinco centrales nucleares operativas en España.
Texto: Luis Tejedor | Fotos: Enresa
P. España ocupa una posición media dentro los países con industria nuclear. ¿Puede compararse con países del entorno en la gestión de residuos radiactivos?
R. Más que comparar yo hablaría de equiparar. España se ha consolidado como un país con gran experiencia en la gestión de residuos radiactivos y desmantelamiento de centrales nucleares. Enresa se creó hace exactamente cuarenta años y, durante todo este tiempo, la compañía se ha situado como referencia a nivel internacional para agencias y empresas de nuestro ámbito de actividad en otros países. Por poner algunos ejemplos, tenemos en Córdoba el centro de almacenamiento de El Cabril, para residuos de muy baja, baja y media actividad, que es visitado anualmente por numerosos técnicos internacionales, y en el ámbito del desmantelamiento, hemos desmantelado completamente la central nuclear José Cabrera, en Guadalajara, parcialmente Vandellós I, en Tarragona, y estamos acometiendo en estos momentos el desmantelamiento de la central nuclear Santa María de Garoña, en Burgos. Cada central de una tecnología diferente, lo que nos concede una experiencia, yo diría que única; y nos aporta unas lecciones aprendidas que son muy valiosas tanto para nosotros como para la comunidad internacional del sector. De hecho, nuestros técnicos son continuamente requeridos para compartir estos conocimientos en diversos foros. Hace poco, por ejemplo, hemos hecho una presentación sobre el desmantelamiento de José Cabrera en la Agencia de la Energía Nuclear (NEA) de París.
P. A finales de 2023, el Gobierno dio luz verde al séptimo Plan General de Residuos Radiactivos. ¿Qué líneas maestras o actualizaciones destacaría en este documento tan esperado?
R. Era una obligación y una necesidad contar con el séptimo Plan General de Residuos Radiactivos que ha sustituido al sexto PGRR, aprobado en 2006, y que debería haber sido actualizado a partir de 2011, para adaptarse a la Directiva 2011/70/Euratom. El nuevo Plan marca la estrategia que debe seguir Enresa para el cumplimiento del servicio público esencial que tiene encomendado. En líneas generales, es un documento que está en consonancia con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2023 y con el calendario de cese ordenado de las centrales nucleares españolas, que fue acordado entre las empresas propietarias y Enresa en 2019. El séptimo PGRR establece medidas clave para gestionar los residuos nucleares en España. Incluye el inicio del desmantelamiento de las centrales nucleares tres años después de su cierre definitivo, excepto Vandellós I, cuyo desmantelamiento final será en 2030. Se mantendrán las operaciones en el centro de El Cabril para residuos de baja y media actividad, y se ampliará la capacidad de los Almacenes Temporales Individualizados (ATI). Además, se crearán siete Almacenes Temporales Descentralizados (ATD) en las centrales para gestionar combustible gastado y residuos de alta actividad. El plan fija una hoja de ruta para disponer de un Almacén Geológico Profundo (AGP) en 2073, solución adoptada por otros países europeos, tras un proceso de participación pública que facilite la elección de su ubicación. Es importante destacar también que este séptimo PGRR ha sido el primero de los siete realizados hasta la fecha que ha sido sometido a Evaluación Ambiental Estratégica e incluye una fase de consultas e información pública, lo que ha permitido una amplia participación, realizando aportaciones, por las partes interesadas. También ha sido el primer Plan que ha sido informado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y por las comunidades autónomas.
P. El Pleno del Consejo concluyó que «las estrategias, actuaciones y soluciones técnicas presentadas son adecuadas desde el punto de vista de la seguridad nuclear y la protección radiológica». Con el actual escenario de cierre de centrales, ¿cómo afronta Enresa el reto que supone un calendario tan ajustado?
R. Sin duda es un reto enorme, pero no solo para Enresa y sus profesionales. Yo diría que es un reto para todo el sector, comenzando por el propio CSN y siguiendo por las empresas españolas, algunas de ellas de primer nivel internacional, que necesariamente participarán en los desmantelamientos. Desde Enresa lo afrontamos como todos los retos a los que, en estos cuarenta años de trayectoria de la empresa, nos hemos enfrentado, con profesionalidad y siendo conscientes del servicio público que prestamos. El séptimo PGRR establece los recursos tanto económicos como humanos que serán necesarios, y así lo desarrollaremos.
P. Teniendo en cuenta los focos de inestabilidad energética causados por los conflictos de Ucrania y Oriente Medio, ¿el cierre de las centrales, acordado en 2019, ha sido una decisión precipitada?
R. La misión de Enresa es cumplir con las funciones que tenemos encomendadas por la Ley sobre Energía Nuclear. No es nuestra competencia entrar en las decisiones sobre política energética. En cualquier caso, hay que recordar que el calendario de cierre fue, inicialmente, fruto de un acuerdo privado entre las empresas propietarias de las centrales, que surgió como una solución a las notorias discrepancias que había entre ellas en 2018, que llegaron a poner en riesgo la continuidad de la explotación de Almaraz a partir de 2020 y que, posteriormente, se plasmó en la firma de un protocolo de intenciones con Enresa. El hecho de haber podido disponer de un calendario en 2019 es muy positivo para Enresa, porque nos ha permitido planificar adecuadamente nuestras actividades, a diferencia de lo que sucedió con la central de Garoña. Y las empresas no nos han manifestado que tengan voluntad de modificar el acuerdo que alcanzaron entre ellas. Uno de los proyectos de desmantelamiento más mediáticos es el de Santa María de Garoña.
P. El 19 de julio de 2023 se hizo efectiva la transferencia de titularidad a Enresa. ¿Se está cumpliendo con los objetivos establecidos para la Fase 1?
R. Efectivamente, el inicio del desmantelamiento de Garoña ha tenido bastante repercusión mediática. Posiblemente este interés sea consecuencia de la forma atípica en la que se produjo la parada de la central, que finalmente fue definitiva, en diciembre de 2012, por decisión de la empresa propietaria debido a motivos económicos, y en un marco de diferencias entre los socios y entre la empresa y el Gobierno de aquel momento. El desmantelamiento de Garoña es uno de los proyectos más importantes que desarrolla Enresa en estos momentos. Es un proyecto planificado en dos fases. La primera, que fue informada favorablemente por el Consejo y en la que ya estamos inmersos, tiene como actividades más relevantes la evacuación del combustible gastado, que ahora se encuentra en la piscina de la propia central, al ATI. Además, el Edificio de Turbina se transformará en lo que denominamos el Edificio Auxiliar de Desmantelamiento, un espacio para acondicionar y gestionar residuos radiactivos. Son los dos principales trabajos de esta Fase 1 y, en ambos, estamos avanzando.
P. Enresa, además, ha colaborado en 41 proyectos de once municipios en la zona de proximidad a Garoña. ¿Qué supone esta faceta de apoyo al desarrollo local?
R. Es fundamental para Enresa, en la medida de sus posibilidades y dentro de lo que nos marca la normativa vigente, mantener una implicación con las zonas en las que la empresa desarrolla sus actividades, no solo en el entorno de la central nuclear Garoña. Y vuelvo de nuevo a lo que nos marca nuestra hoja de ruta, el Plan General de Residuos Radiactivos, en el que se deja muy claro que, entre nuestras líneas estratégicas de actuación, Enresa debe contribuir al desarrollo económico y social de los municipios de las zonas de influencia de las instalaciones nucleares y, en particular, de las que Enresa es titular. Somos conscientes del impacto positivo que genera nuestra actividad ordinaria y, adicionalmente, promovemos, en la medida en que podemos y la legislación nos permite, colaboración para proyectos de desarrollo local, fundamentalmente generadores de empleo. El Cabril, que recibió más de 2600 m3 de residuos radiactivos el año pasado, resulta un referente internacional de centros de almacenamiento de materiales de baja y media actividad.
P. ¿Qué hace de esta instalación un ejemplo para otras similares?
R. Es cierto que El Cabril es un referente internacional. A lo largo del año recibimos visitas de distintos países interesados en conocer el sistema de gestión que hemos desarrollado en España. Creo que esto responde a varias razones: la primera es que, cuando El Cabril se diseñó, se hizo teniendo en cuenta la experiencia internacional que había hasta entonces y se dio un paso más en seguridad y recuperabilidad de los residuos. Además, la instalación convive a la perfección con un entorno natural imponente, demostrando cómo la actividad de un centro de almacenamiento de este tipo no afecta al medio natural que le rodea. También hay que tener en cuenta –eso es muy apreciado por otros países– que, en el modelo español de gestión de residuos radiactivos y desmantelamiento de centrales nucleares, es la misma empresa, Enresa, la que se encarga de su ejecución y posterior gestión, en el caso de los residuos radiactivos de muy baja, baja y media actividad, en El Cabril, lo cual es muy eficiente. Y no quiero olvidarme de la adaptación tecnológica que la instalación ha experimentado en sus treinta años de actividad, así como la profesionalidad de sus trabajadores, que son señas de identidad de El Cabril.
P. Ha mostrado su confianza total en la seguridad de las centrales, entre otras razones, por la elevadísima profesionalidad de sus trabajadores. ¿Cree que la sociedad también tiene esta confianza?
R. La transparencia y la comunicación son las mejores herramientas para generar confianza. En Enresa así lo hacemos desde hace cuarenta años. Que la población esté informada con todo detalle de nuestras actividades es fundamental para poder desarrollarlas. Para mejorar la percepción pública hay que seguir trabajando con la máxima transparencia, adaptándose a las nuevas formas de información y participación. En este punto, es fundamental la tranquilidad que nos da a todos la existencia del CSN y el rigor con el que sus profesionales desempeñan sus funciones. Desde Enresa no percibimos que exista una preocupación social significativa sobre la seguridad de las instalaciones nucleares, pero, desgraciadamente, se da la paradoja o podríamos decir el problema, compartido con todos los países, de que hay personas e instituciones que se declaran favorables a la energía nuclear al tiempo que rechazan que se almacenen los residuos en su entorno. Entonces, ¿qué hacemos con los residuos? Por eso no podemos hablar sobre la energía nuclear sin incluir una solución aceptada para la gestión, temporal y definitiva, de los residuos radiactivos.
P. La comunicación y la transparencia han sido siempre una constante en las actuaciones de Enresa. ¿De qué manera han puesto a la práctica estas premisas?
R. Efectivamente, y no es porque lo diga yo. Es que es una obligación que emana del propio Plan General de Residuos Radiactivos que señala que «las características de las actividades de Enresa hacen necesaria […] una fuerte imbricación social, con apertura y transparencia y un empeño notable en comunicación hacia la sociedad en general y las zonas donde desarrolla sus actividades en particular, que permitan percibir claramente cuál es la función y cuáles son las garantías que ofrece su gestión». Por ello, abrimos las puertas de nuestras instalaciones a diferentes colectivos, tales como periodistas, políticos, asociaciones, empresas, estudiantes, etc. ¿Qué mejor manera de explicar lo que hacemos que invitando a verlo? Además, contamos con soportes como nuestras revistas corporativas, la web oficial, perfiles en redes sociales, participamos en foros y encuentros del sector y organizamos eventos propios que nos permitan llegar a diferentes públicos. Creo que ser transparentes hace que seamos confiables. Y así debemos seguir.
P. ¿Cómo valora la colaboración entre el Consejo de Seguridad Nuclear y Enresa?
R. Con el organismo regulador español en materia nuclear mantenemos una relación profesional, que yo definiría como respetuosa y leal, como debe ser. La interlocución es fluida y contamos, entre otras vías, con las reuniones del comité de enlace ente las dos entidades para trabajar con plena coordinación.
P. ¿Cuáles serán los desafíos más importantes que deberán afrontar en los próximos años?
R. Junto a la continuación del desmantelamiento de Garoña, tenemos a la vista la construcción de la nueva plataforma sureste para residuos de baja y media actividad de El Cabril. También estamos dando pasos importantes en la gestión del combustible gastado, ampliando la capacidad de los almacenes temporales de las centrales nucleares. Además, como hemos comentado anteriormente, tenemos que acometer a medio plazo el desmantelamiento de las centrales nucleares, así como dar los pasos necesarios para que la instalación definitiva para el combustible gastado y los residuos de alta actividad, el almacenamiento geológico profundo, sea una realidad. Son desafíos de una gran envergadura, pero estoy convencido de que en Enresa y en el sector estamos preparados y capacitados para ello.