CSN ‘Blockchain’, más allá del dinero digital - Alfa 47 Revista Alfa

Edukira joan

Su versión de Internet Explorer no es la adecuada para una correcta visualización de esta página web. Debe utilizar Internet Explorer 9 o superior.

Aceptar

Contenido principal

Alfa 47

Atzealdea

‘Blockchain’, más allá del dinero digital

 

El bitcoin, la criptomoneda que no es respaldada por ningún Gobierno ni organismo y cuyo uso se extiende cada vez más, mientras su valor se multiplica, utiliza una tecnología con un gran potencial: el blockchain o cadena de bloques. Muchas monedas digitales más han aparecido, sembrando dudas sobre su fiabilidad, aunque los expertos aseguran que es una tecnología segura y justa. Sus aplicaciones, a caballo entre la experimentación y la implantación general, empiezan a desbordar el mundo financiero y a utilizarse en muchos otros sectores. Se ha contemplado su uso en el pasaporte covid, para garantizar la identidad, e incluso se ha empleado en el mundo del arte y la cultura. Frente al escepticismo inicial, promete ser una de las tecnologías con las que se construirá el futuro.  Texto: Patricia Ruiz Guevara | Periodista científica 

E n 2020, la revista Technology Review, editada por el Massachusetts Institute of Technology, incluyó entre las diez tecnologías emergentes del año las monedas digitales. Sus expertos predijeron que iban a tener un impacto masivo en la privacidad financiera y colocaron a Facebook y al Banco Popular de China como protagonistas principales. Tenían razón: la red social lanzará a finales de 2021 su moneda digital diem, China ya se está probando el yuan digital, la Unión Europea explora el euro digital y hasta España busca ya su propio hueco. De momento, El Salvador ha sido el primer país en aprobar el uso de bitcoin, la primera y más famosa criptomoneda. Detrás de todo este dinero digital se encuentra una tecnología llamada blockchain o cadena de bloques. Si buscamos en Google bitcoin encontraremos 895.000.000 resultados, un tercio más que si buscamos artificial intelligence. Y es que 2021 está siendo un año pletórico para esta tecnología. ¿De dónde viene? ¿Tiene tantas aplicaciones como promete? ¿Es ya una realidad o aún un experimento? ¿Qué son los omnipresentes tokens no fungibles (NFT)? Viajemos trece años al pasado. 

1 de noviembre de 2008. Un tal Satoshi Nakamoto hace público un documento en el que describe un nuevo sistema de dinero digital. En enero de 2009, este creador o grupo de creadores, cuya identidad sigue siendo un misterio, lanza al mundo el software o protocolo Bitcoin, un sistema de pago sin intermediarios, y sus primeras unidades de monedas, los bitcoins. Bajo este protocolo aparece el blockchain, “una base de datos transaccional distribuida, formada por cadenas de bloques diseñadas para evitar su modificación una vez que un dato ha sido publicado”, según la definición del glosario de Blockchain España. Para intentar visualizarlo, es una especie de libro de cuentas donde los bloques (los registros) se enlazan como una cadena y protegen la seguridad y privacidad de la información.

En el cóctel que hace posible esta novedad tecnológica se dan cita la criptografía, algoritmos RSA, matemáticas, factorización de primos y una palabra clave: open source un modelo de desarrollo de software, en el que todo el mundo puede disponer libremente de ese código. Por eso, una de las peculiaridades que hacen único al blockchain es que es una comunidad de conocimiento en común que no deja de crecer. La libertad de esa comunidad se traduce en la propia libertad de la red, su característica principal: los sistemas basados en blockchain son descentralizados.

Esto elimina a los intermediarios, como los bancos. Para entender el proceso en una transferencia de dinero, este se representa por un bloque, que es transmitido a los usuarios de la red; estos lo validan, se suma a la cadena de bloques y se registra de forma transparente. El dinero llega así a destino y la tecnología de cifrado garantiza su seguridad. Las aplicaciones en economía son muchas, pero el blockchain puede aportar sus beneficios en muchos otros sectores, como indican sus partidarios.

Sus detractores, en cambio, señalan posibles estafas y la alta volatilidad de las criptomonedas, al no ser dinero real sino activos de inversión de alto riesgo. Un ejemplo son los vaivenes que ha sufrido Bitcoin este año a merced del CEO de Tesla, Elon Musk: en abril alcanzaba su nacional, y director de Caelum Labs, consultoría y desarrollo de blockchain. “La tecnología ha evolucionado a todos los niveles, principalmente en la parte de escalabilidad; hay cada vez más plataformas y más desarrolladores”, añade.

María Pía Aqueveque, economista, consejera delegada de varias empresas y experta en esta tecnología, considera que “le ha llegado su momento” y señala a la pandemia como un trampolín. Según explica, este último año han quedado patentes las deficiencias y la vulnerabilidad de nuestras organizaciones y se ha demostrado que existen tecnologías disponibles para enfrentar estos desafíos. Una de ellas es el blockchain. Esto, unido a “un aumento del valor de bitcoin y el fortalecimiento de otras criptomonedas y los tokens no fungibles, le ha dado a esta tecnología el impulso para avanzar a una etapa de maduración”, señala Aqueveque. Una etapa que va más allá de sus aplicaciones actuales. “El interés sigue estando en las finanzas, en crear estructuras cada vez más eficaces con las que ofrecer productos y servicios financieros cada vez más desintermediados”, indica Covadonga Fernández, directora del Observatorio Blockchain y fundadora de Blockchain Media. Además de China, todos los bancos centrales estudian emitir sus propias monedas digitales. “No se trata de digitalizar el dinero físico, sino que ese dinero pasa a formar parte de un ecosistema programable”, señala Alex Puig. Eso supone definir funcionalidades y limitar su uso, por ejemplo, para comprobar que un comprador es mayor de edad.

Todos los expertos coinciden en que la tecnología de bloques es incorruptible. “Es una oportunidad para asegurar la trazabilidad del dinero. Por ejemplo, si una cantidad se destina a financiación de pymes, se garantiza ese fin”, ejemplifica el fundador del Blockchain Institute & Technology, Lluís Mas, que afirma: “La tecnología idónea para ello es blockchain”.

Usos públicos y sociales

En Estonia, hace años que la ciudadanía puede votar desde cualquier parte del mundo gracias al blockchain. Fue uno de los primeros países en adoptar una identidad digital, que permite a sus ciudadanos consultar desde casa su historial médico, empadronarse o registrar una empresa desde su móvil en apenas unos minutos. Según Alex Puig “demostrando automáticamente que eres tú, puedes hacer gestiones automáticas con tu empresa y tu ayuntamiento, firmar un presupuesto u obtener descuentos en la tienda de tu barrio”. Lluís Mas añade la facilidad para visitar un país extranjero y tener un documento de identidad global, del que solo tengas que dar los detalles requeridos para cada situación.

Muchos proyectos basados en blockchain tienen además un importante trasfondo social y buscan impactar positivamente en el mundo, como EthicHub, la primera plataforma española descentralizada de crowdlending (préstamos colectivos) nativa de esta tecnología, que actúa de intermediario entre inversores y pequeños productores agrícolas desbancarizados. En Latinoamérica, el 45 % de los adultos no tiene una cuenta bancaria, según datos del Global Findex. Desde EthicHub “logramos que muchas personas, con pequeñas aportaciones, puedan financiar a nuestros agricultores. Con el sistema financiero tradicional pagas elevadas comisiones para transferencias internacionales. Con criptomonedas es más seguro y barato”, explica Iñigo Molero, asesor en comunicación y tecnología del proyecto. En México esas criptomonedas se convierten después en pesos mexicanos. Los préstamos se garantizan a través de contratos inteligentes.

Por su parte, Slavefreetrade quiere acabar con la esclavitud moderna detrás de muchos de los productos que adquirimos. Su planteamiento es demostrar qué empresas no utilizan mano de obra esclava para incitar a los consumidores a comprar en ellas. Para ello, fomentan una aplicación que pueden utilizar los propios empleados de las empresas para denunciar problemas. “Blockchain puede asegurar y encriptar los datos que prueban que un producto no ha sido creado mediante esclavitud. También puede asegurar el anonimato e identidad de las personas que utilizan la aplicación”, explica el cofundador del Slavefreetrade Brian Iselin. “Cuando se habla de derechos humanos, hay que estar tan seguros como se pueda en ambas cosas”, añade.

En el arte, la salud y la energía

El pasado 11 de marzo, se vendía la pieza de arte más cara de la historia de un artista vivo: un collage de 5.000 instantáneas de Beeple, que se vendió en tokens no fungibles, los ya famosos NFT, por casi 70 millones de dólares (unos 59 millones de euros). Fue la primera subasta de este tipo en Christie’s. Los expertos claman que los NFT van a suponer un antes y un después en la industria cultur

al y el nuevo criptoarte. “La capacidad de internet de reproducir hasta el infinito cualquier cosa hizo que los creadores (músicos, periodistas, artistas) perdieran el derecho sobre sus creaciones. Lo más valioso de los tokens no fungibles es que les devuelven la propiedad en internet”, indica Covadonga Fernández. Arte, cultura y cualquier creación puede convertirse en un token, lo que puede ser una revolución económica. Fernández subraya que “la capacidad de los NFT de convertir cualquier bien físico o digital en activos digitales, listos para cotizar en los mercados, será una transformación para la industria cultural y para el sistema financiero global. Es como si el internet que nos trae blockchain fuese una gran máquina de hacer dinero, de monetizarlo todo”.

En marzo, Nueva York anunciaba pasaportes covid-19 basados en la tecnología blockchain de la empresa IBM. La Unión Europea hacía lo propio. “Muchos de los procesos asociados a la pandemia, como los salvoconductos durante los confinamientos, la información médica, los resultados de test de antígenos y ahora los carnés de vacunación requieren verificar la identidad y su autenticidad. Y esto es algo que permite la cadena de bloques”, señala María Pía Aqueveque.

Un ejemplo concreto es el caso de Lanzarote, donde se realizó una prueba piloto con 50 turistas de varios países. Durante su estancia, “se realizaron pruebas de covid-19 y se les daba información a través de una aplicación móvil, todo ello registrado y trazado con blockchain“, explica María Parga, matemática y presidenta de honor de Alastria, una de las asociaciones impulsoras del proyecto. “Se ha comprobado que la tecnología sirve para garantizar la privacidad de estas verificaciones de las pruebas de coronavirus”, afirma Parga.

El mercado energético es otro de los que más potencial apunta para el uso de las cadenas de bloques, como ya se lleva viendo en las ciudades inteligentes o smart cities. Por ejemplo, para certificar el origen de la energía. “Con blockchain se puede trazar su producción y consumo, certificar que es renovable y que se cumplen compromisos regulatorios. Esto es importante porque en el futuro vamos a tener un mercado de certificación de energía renovable”, apunta el arquitecto de soluciones blockchain de Incotec, Pablo López.

También es una ventaja para el propio ciudadano, que puede estar seguro de que “si ha contratado energía de ese tipo, da igual por la red de distribución que venga, va a ser renovable; y para el autoconsumo energético, por ejemplo, con placas solares”.  

Los contratos inteligentes basados en blockchain también pueden ayudar a garantizar el suministro eléctrico. En el caso de las centrales nucleares, esta tecnología puede servir para garantizar la seguridad y la trazabilidad de la documentación. “A través de sensores puedes medir la capacidad de producción de energía y registrarla y protegerla con algoritmos criptográficos. Con blockchain se cumple la transparencia y se sabe que ese dato no va a poder ser modificado”, afirma López.

Estrategias, cambios y futuro

Con todas las iniciativas patentes, hay otras latentes que empezarán a volverse activas este año. La Comisión Europa prepara el lanzamiento del euro digital, y España ya ha llevado al Congreso una proposición para crear una moneda digital pública; una variante nacional del euro digital ligada a este. En cuanto a las identidades digitales, la UE plantea que en tres años todos sus países miembros hayan avanzado en su creación. Por su parte, China aspira a ser líder mundial en esta tecnología en 2025, según María Pía Aqueveque, mediante normas industriales, incentivos fiscales y protección a la propiedad intelectual para impulsar el desarrollo de la industria blockchain.

Mientras, la tecnología blockchain sigue avanzando. En el caso de Bitcoin, el protocolo tendrá en noviembre una gran actualización después de cuatro años sin ningún cambio tecnológico. Esta evolución, llamada Taproot, mejorará la privacidad, escalabilidad y seguridad de la red, la eficiencia de las transacciones y el despliegue de los contratos inteligentes.

Desde que surgiera en 2008, blockchain ha vivido momentos de gloria y de olvido. El dinero digital, la pandemia y los NFT parecen haber dado el impulso definitivo. En el horizonte futuro, más y más aplicaciones pendientes de afianzarse y la necesidad de mejorar su sostenibilidad. En la mirada próxima, los expertos siguen coincidiendo en sus virtudes, como concluye Lluís Mas: “Si tenemos un dinero, unas transacciones, unos servicios más justos porque las reglas las marca la tecnología, tendremos una sociedad más justa”.