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Alfa 61
El número 61 de Alfa, está dedicado a reconocer la labor de las mujeres científicas a lo largo de la historia y a analizar las implicaciones del aprendizaje automático en diversos sectores. Este nuevo número, el primero de 2025, destaca la trayectoria de mujeres que, a pesar de los obstáculos y la invisibilización, han dejado una huella imborrable en la ciencia. Además, explora el impacto del aprendizaje automático en la era de la transformación digital. Gracias a algoritmos capaces de reconocer patrones en grandes volúmenes de información, se entrenan sistemas para tomar decisiones o realizar tareas de manera autónoma.
La parte más técnica se dedica a analizar las novedades que presenta el Reglamento sobre instalaciones nucleares y radiactivas (RINR) y otras actividades relacionadas con la exposición a las radiaciones ionizantes. También se aborda una figura introducida en el CSN desde 2019, definida como «comunidades del conocimiento» y entendida como agrupaciones de personas interesadas en una materia técnica específica que buscan la creación de un espacio para compartir y evolucionar el conocimiento.
La radiografía nos acerca los cambios que el RINR también ha introducido en la regulación de las licencias de operador y supervisor. Entre otros contenidos, as páginas de la entrevista están ocupadas por Elvira Moya de Guerra, una de las primeras mujeres en destacar en la física nuclear española, cuyo testimonio sirve de inspiración para futuras generaciones de investigadoras.
“Solo las personas que no conocían mi trabajo tendían a no identificarme como científica y, a veces, a minusvalorarme”
Elvira Moya de Guerra Valgañón (Albacete, 1947) ha sido una de las primeras mujeres en desempeñar un papel prominente en la física nuclear española, un campo donde la presencia femenina era prácticamente inexistente. Basta con revisar sus logros para advertir que la condición de pionera se ajusta como un guante a su trayectoria. Doctora en Ciencias Físicas por la Universidad de Zaragoza, fue la primera mujer catedrática de Física Atómica y Nuclear en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la primera física teórica contratada en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
Texto: Luis Tejedor
Con más de doscientos trabajos publicados y la Medalla de la Real Sociedad Española de Física en su haber (RSEF), Elvira Moya sigue defendiendo la investigación rigurosa y el aprecio al talento sin distinciones: «A las mujeres que hacen un trabajo serio cada vez se las respeta y se las reconoce más».
Obtuvo el título de doctora en 1974 por la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza. ¿Qué motivó su vocación hacia la física nuclear?
La física nuclear me interesó a raíz de algunas lecturas casuales en libros de texto, divulgación, etc., desde que estudiaba el bachillerato. Fue a partir de los últimos cursos de la carrera de Física cuando empecé a decantarme por la física cuántica y, más particularmente, por la física nuclear y de partículas, así como por la teoría cuántica de campos, que explicaban los profesores Ángel Morales y Miguel A. Goñi. Con el profesor Morales hice mi tesis doctoral en un tema a caballo entre la física nuclear y la física de partículas (violación de paridad e inversión temporal en procesos nucleares). Más tarde, cuando decidí ir al MIT (EE. UU.) para hacer la formación postdoctoral, el profesor Alberto Galindo, director científico de nuestro Grupo Interuniversitario de Física Teórica (GIFT), me aconsejó investigar en temas más centrados en física nuclear teórica, porque en España había ya bastantes científicos con formación en física de partículas. De modo que, en el MIT, empecé a profundizar en temas como teorías microscópicas de los modos colectivos de los núcleos –vibraciones, rotaciones, fusión, fisión–, núcleos deformados, factores de forma electromagnéticos y un largo etcétera.
¿Cómo era la universidad española en aquellos años?
Entre 1964 y 1974, cuando realicé mis estudios de licenciatura y doctorado, la universidad española era muy diferente a la actual. Sin entrar en otros aspectos, diré que, con raras excepciones –una de las cuales era nuestra área de Física Teórica–, había escasísima relación con universidades y centros de investigación fuera del país, así como muy poca actividad investigadora. Entre 1974 y 1979, permaneció en el MIT, primero haciendo estudios de postdoctorado y luego como contratada. ¿Qué diferencias destacables encontró en Massachusetts respecto a lo que había conocido en España? Acabaría antes si hablara de las similitudes, pero, como decía, la investigación científica en la universidad española era escasa y poco o nada contrastada con la ciencia que se hacía entonces en otros países. Por el contrario, el MIT era un foco mundial del conocimiento de la época, y lo sigue siendo. Me entusiasmó la relación científica tan directa que pude establecer con los profesores del Center for Theoretical Physics del MIT, muy especialmente con el profesor F. Villars, de origen suizo, y lo mucho que pude aprender de ellos. Cuando estás en el MIT, sientes que la ciencia y sus novedades entran por todos los poros de tu cuerpo. Esto era totalmente nuevo para mí y muy motivador.
Usted ha sido la primera mujer catedrática de Física en España, miembro directivo del European Center for Theoretical Nuclear Physics (ECT), del Expert Committee de la European Science Foundation (NuPECC), del comité editorial de Nuclear Physics News... ¿Esta labor pionera fue algo buscado o, simplemente, le tocó a usted el papel de precursora de otras compañeras?
Lo que verdaderamente busqué fue poder dedicarme a la investigación en física nuclear y tratar de que esta área se desarrollara con un buen nivel en nuestro país y, creo que, en buena medida, lo conseguí. Todo lo demás fue consecuencia del esfuerzo y la dedicación que puse en ello. Los reconocimientos, tanto fuera como dentro de nuestro país, vinieron sin que yo los esperara. Llegué a ellos siendo mujer y nunca he tratado de imaginar qué hubiese pasado si yo fuera hombre.
¿La mujer debe esforzarse más para lograr las mismas metas que sus homólogos masculinos?
Evidentemente, es difícil para una mujer abrirse camino en un mundo de hombres, como lo era el de la física nuclear teórica, pero, al menos en mi área, cuando los demás conocen tu trabajo y les interesa, no hacen distingos. De hecho, sin falsa humildad, puedo decir que en mi área he abierto camino no solo a compañeras, sino también a compañeros.
Con el prestigio cosechado a lo largo de los años, ¿considera que los investigadores españoles han de triunfar fuera para ser reconocidos en España?
Sí, creo que, por regla general, esto es así.
¿Por qué ha tenido interés en la figura de Marie Curie? ¿Qué otros referentes femeninos ha tenido presentes en su carrera?
La figura de Marie Curie me parece gigantesca como científica, como mujer y como persona. La descubrí en mi infancia en la letra pequeña de algún libro de texto, cuando todavía no alcanzaba a comprender la grandeza de sus descubrimientos científicos ni de su personalidad y, cuanto más he sabido de ella, más me ha interesado.
¿Se considera un ejemplo para nuevas generaciones de físicas?
No suelo pensar en estas cosas, pero me emocionó que un grupo de niñas en edad escolar me considerara un referente como mujer científica. Ha habido gestos que han sido un acicate en mi vida. Mis compañeras físicas me propusieron para la Medalla de Oro de la RSEF, honor que me fue otorgado en 2008 con el apoyo incondicional de dos grupos especializados de la entidad: el Grupo de Mujeres y el Grupo de Física Nuclear.
Las mujeres representan ya el 42 % del personal investigador; sin embargo, existe un cierto retroceso en el alumnado de las enseñanzas superiores de Ingeniería y Tecnología (12,2 % en 2023 respecto al 18,7 % de 2016). ¿A qué cree que se debe?
Es difícil saber a qué se debe, pero, en todo caso, para interpretarlo habría que ver hasta qué punto esta disminución del porcentaje es un fenómeno local o se mantiene en el tiempo. También habría que saber cómo están calculadas estas cifras, qué universidades y centros de investigación públicos y privados se han tenido en cuenta, etc. Son cosas que yo desconozco. Solo un 8 % de las adolescentes de secundaria se inclina por alguna carrera del universo STEM.
En su opinión, ¿qué medidas son necesarias para fomentar la querencia de las jóvenes hacia estas disciplinas?
No lo sé. Creo que hace unos veinte años se hizo una «campaña» de difusión de la física por parte de la RSEF con ayuda del Ministerio de Educación y Ciencia, que tuvo muy buena acogida y obtuvo resultados positivos en ese sentido. En todo caso, lo que creo que ayudaría es que fuésemos capaces de crear una sociedad menos superficial que la actual.
¿Ha sufrido algún tipo de discriminación por cuestión de género a lo largo de su carrera?
Mi experiencia es que solo las personas que no conocían mi trabajo tendían a no identificarme como científica y, a veces, a minusvalorarme. De modo que me temo que la respuesta es afirmativa.
Catedrática en la Universidad de Extremadura (1983-1986) y en la UCM desde 2005, además de profesora de investigación en el CSIC... ¿Cree que ha disminuido el talento y el esfuerzo de los jóvenes universitarios?
Creo que siempre ha habido y habrá buenos y malos estudiantes. Actualmente, algunas universidades en España están muy masificadas, lo que no favorece la motivación de los estudiantes. En particular, en las facultades de Física hay muchos buenos estudiantes y algunos de ellos son extraordinariamente buenos. El talento espero que no haya disminuido, pero ahora se manifiesta de acuerdo con las necesidades y herramientas actuales, que son diferentes a las que había cuando yo era estudiante. ¡Hace ya sesenta años que entré en la universidad!
En 2002, junto con otras mujeres científicas, realizó el estudio Mujeres en Ciencia y Tecnologías Físicas del CSIC, en el que afirmaba que «la situación de la mujer en el CSIC y particularmente en nuestra área nos parece un reflejo de la sociedad en la que vivimos». ¿Aprecia progresos desde la publicación de dicho estudio?
Creo que en estos veintitrés años han cambiado mucho las cosas, tanto en el CSIC como en la sociedad. A las mujeres que hacen un trabajo serio cada vez se las respeta y se las reconoce más.
Para terminar, ¿qué descubrimientos o avances considera que podrían transformar el mundo desde el ámbito de la física en los próximos años?
Decía el gran Hans Bethe que, si él supiese qué grandes descubrimientos se iban a hacer, eso significaría que no habría ningún gran descubrimiento. Me acojo a esa afirmación. Sin embargo, es de suponer que las grandes revoluciones científicas vendrán de la mano de la cosmología, la astrofísica y la geofísica, por una parte, y, por otra, de las investigaciones sobre el cerebro humano en sus distintas facetas.