CSN XXV ANIVERSARIO DE LA FIRMA DEL PROTOCOLO DE COLABORACIÓN SOBRE LA VIGILANCIA RADIOLÓGICA DE LOS MATERIALES METÁLICOS - Alfa 63 Revista Alfa

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Alfa 63

La radioterapia avanza hacia el futuro con tecnologías como la protonterapia o la terapia FLASH. Estos tratamientos son el tema de apertura de la entrega de otoño de la revista Alfa que se adentra también en la astrobiología, disciplina que reúne biología, química, física, geología y astronomía para abordar una pregunta fundamental: ¿qué es la vida y dónde puede existir? Alfa apunta, además, hacia algunos de los grandes retos que marcan la agenda internacional: la geoingeniería. El perfil histórico se detiene en esta ocasión en Niels Bohr, figura que revolucionó la física con sus teorías sobre la estructura atómica y la dinámica nuclear, pero también advirtió sobre las implicaciones políticas y éticas de la ciencia. En la entrevista, Alfa charla con Alfredo Poves, maestro de varias generaciones de físicos nucleares y pionero en el estudio del modelo de capas. Las páginas más técnicas de la revista del CSN incluyen un artículo sobre los veinticinco años del Protocolo de la chatarra y hacen balance sobre la renovación de la autorización de explotación de la central nuclear Trillo. 

El apartado de I+D describe el proyecto sobre la caracterización, exhalación y remediación de radón en materiales de construcción (EXRADON), a través de un estudio de la Universitat Politècnica de València. Este número sirve, además, para conocer mejor la labor del complejo de laboratorios de Seibersdorf del Departamento de Ciencias y Aplicaciones Nucleares del OIEA desde su apertura en 1962.

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XXV ANIVERSARIO DE LA FIRMA DEL PROTOCOLO DE COLABORACIÓN SOBRE LA VIGILANCIA RADIOLÓGICA DE LOS MATERIALES METÁLICOS

En mayo de 1998, un grave incidente en una empresa siderúrgica del sur de España marcó un antes y un después en la gestión de materiales radiactivos en el país. Una fuente radiactiva se fundió accidentalmente en un horno de arco eléctrico y provocó una alerta nacional sobre los riesgos reales —no solo potenciales— de la presencia de material radiactivo en la chatarra metálica. El suceso evidenció la necesidad urgente de establecer un sistema de control y vigilancia radiológica en el sector del reciclaje de metales.

Juan Pedro García Cadierno | Jefe de Área de Coordinación de Operaciones de Emergencia Consejo de Seguridad Nuclear

Hasta ese momento, aunque algunas empresas ya habían instalado sistemas de detección tipo pórtico, no existía una normativa específica ni una estructura administrativa dedicada al control de estos riesgos. La gravedad del incidente llevó a la intervención del entonces Ministerio de Industria y Energía (MINER)1 , el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA), junto con empresas afectadas, como ACERINOX, EGMASA y PRESUR. También participaron asociaciones sectoriales como la Federación Española de Recuperación (FER) y la Unión Española de Empresas Siderúrgicas (UNESID).

Como respuesta, se firmó un protocolo voluntario que estableció un sistema nacional de vigilancia y control radiológico de la chatarra y los productos derivados de su procesamiento. Conocido como «Protocolo de la Chatarra» o «Spanish Protocol», se convirtió en una herramienta clave dentro de la infraestructura nacional para la gestión de residuos radiactivos.

El protocolo se estructura en torno a cinco líneas de acción fundamentales:

■ Bases legales para la vigilancia y control radiológico.

■ Instalación y mejora de sistemas de detección de radiaciones.

■ Gestión segura de materiales radiactivos detectados.

■ Programas de formación e información sobre riesgos radiológicos.

■ Mejora de los planes de respuesta antes emergencias radiológicas

A nivel internacional, se observó que no existían normas específicas sobre el control radiológico de la chatarra, aunque sí recomendaciones de organismos como la Comisión Europea (CE) y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Algunos países de la OCDE ya habían instalado sistemas de vigilancia en acerías, pero siempre de forma voluntaria.

En España, la falta de regulación específica llevó a modificar la Ley de Tasas del CSN3 , otorgándole nuevas competencias para inspeccionar, evaluar y proponer medidas en situaciones excepcionales, incluso en instalaciones no sujetas a la legislación nuclear. A partir de ahí, se elaboraron instrucciones específicas, también de carácter voluntario, que culminaron en la creación formal del protocolo en 1999.

Reconocido internacionalmente como una iniciativa pionera en su ámbito, el protocolo representa un ejemplo de colaboración público-privado para prevenir riesgos radiológicos en el reciclaje de metales.

Hitos relevantes en los veinticinco años

1. MARCO NORMATIVO INICIAL (1999–2001)

En 1999 se publica el Reglamento sobre Instalaciones Nucleares y Radiactivas (RINR)5 , que actualiza el Decreto 2869/1972 e incorpora las normas básicas de la Directiva 96/29/Euratom. Establece nuevas actividades exentas de control administrativo, modernizando el marco regulador español.

En 2001, se aprueba el Reglamento de Protección Sanitaria contra las Radiaciones Ionizantes (RPSCRI)6 , que sustituye al RD 53/1992 e introduce criterios para estimar dosis razonables de exposición, tanto en contextos laborales como en situaciones de exposición a fuentes naturales o artificiales. Además, completa la transposición de la Directiva 96/29/Euratom, cubriendo aspectos no tratados por el RINR.

2. INICIATIVAS COMUNITARIAS Y NACIONALES (2002–2003)

Durante la presidencia española de la UE en 2002, se celebran en  Sevilla las Jornadas sobre prevención de riesgos radiológicos en el reciclaje de metales, organizadas por el Ministerio de Economía, el CSN y ENRESA. En este escenario se presenta el protocolo español de control radiológico en reciclaje de metales con el objetivo de establecer una iniciativa comunitaria para minimizar la presencia de material radiactivo en productos metálicos reciclados.

Ese mismo año, el Consejo de la UE publica una Resolución7 sobre la creación de sistemas nacionales de vigilancia y control de materiales radiactivos en el reciclaje de metales. Se insta a los Estados miembros a implementar medidas para reducir los riesgos radiológicos en la industria del reciclaje.

En 2003, se aprueba la Directiva 2003/122/Euratom8 , centrada en el control de fuentes selladas de alta actividad y fuentes huérfanas. Reconoce que, a pesar de la legislación vigente, estas fuentes representan riesgos significativos para la salud y el medioambiente, por lo que deben estar bajo estricto control desde su fabricación hasta su almacenamiento o eliminación.

Ese mismo año, el CSN publica la Guía de Seguridad GS-10.129 , que establece medidas de protección radiológica en actividades de recuperación y reciclaje de chatarra metálica. También se revisa el Protocolo de Colaboración para la Vigilancia Radiológica de los Materiales Metálicos, firmado en 1999, incorporando una Comisión Técnica para analizar su aplicación.

3. TRANSPOSICIÓN Y COOPERACIÓN INTERNACIONAL (2006–2010) 

La Directiva 2003/122/Euratom se incorpora al Derecho español mediante el Real Decreto 229/200610, que regula el control de fuentes radiactivas encapsuladas de alta actividad y fuentes huérfanas. Este decreto contempla acuerdos de vigilancia y control en instalaciones donde es probable encontrar fuentes huérfanas, haciendo referencia implícita al protocolo de colaboración

En paralelo, el Departamento de Energía de EE. UU. lanza la Iniciativa Megaport11, que busca prevenir el uso de puertos marítimos para el transporte ilícito de materiales radiactivos. España se suma a esta iniciativa, que incluye la instalación de equipos de detección y la capacitación de personal en puertos estratégicos.

En 2009, el CSN y el OIEA organizan en Tarragona la Conferencia Internacional sobre Control y Gestión de Material Radiactivo en Chatarra Metálica12, destacando el valor del protocolo español por su enfoque integral. En 2010, se firma el Protocolo Megaport en España, estableciendo procedimientos de actuación ante la detección de tráfico ilícito de material radiactivo en puertos de interés general. Participan organismos como la Agencia Tributaria, el CSN, ENRESA y varias Secretarías de Estado.

4. CONSOLIDACIÓN NORMATIVA INTERNACIONAL (2012–2013)

En 2012, el OIEA publica la guía SSG-17, dirigida a Gobiernos, autoridades nacionales y órganos reguladores13, que ofrece recomendaciones para el control de fuentes huérfanas y otros materiales radiactivos en industrias de reciclado y producción de metales.

En 2013, se aprueba la Directiva 2013/59/Euratom14, que establece normas básicas de seguridad para la protección contra radiaciones ionizantes. Deroga varias directivas anteriores, incluida la 2003/122/Euratom, y amplía los requisitos para incluir cualquier fuente radiactiva. El artículo 106 exige a los Estados miembros implementar las disposiciones legales necesarias para su cumplimiento.

5. TRANSPOSICIÓN NACIONAL Y REVISIÓN TÉCNICA (2016–2025)

En 2016, se crea un grupo de trabajo entre el Ministerio para la Transición Ecológica y el CSN para transponer la Directiva 2013/59/Euratom en relación con los materiales metálicos. Este proceso culmina en 2020 con la publicación del Real Decreto 451/202015, que regula el control y recuperación de fuentes radiactivas huérfanas.

La cronología detallada del proceso de elaboración de este Real Decreto es:

1) Octubre 2016: inicio del proceso.

2) Abril 2017: elaboración del primer borrador.

3) Enero 2018: trámite de audiencia e información pública.

4) Junio 2018: evaluación de comentarios.

5) Junio 2018: elaboración del segundo borrador.

6) Septiembre 2018: envío del borrador a otros ministerios.

7) Mayo 2019: envío al CSN para aprobación.

8) Noviembre 2019: informe del Consejo de Estado.

9) Marzo 2020: aprobación por el Consejo de Ministros.

10) Abril 2020: publicación en el BOE.

11) Día siguiente: entrada en vigor.

En 2022, se publica el Reglamento sobre protección de la salud contra los riesgos derivados de la exposición a radiaciones ionizantes, que completa la transposición de la Directiva 2013/59/Euratom en lo relativo a la protección radiológica de la salud.

En 2024, se actualiza el Reglamento sobre instalaciones nucleares y radiactivas, adaptando el RINR de 1999 a los nuevos requerimientos de la Directiva 2013/59/Euratom

Finalmente, en 2025, el CSN publica la Revisión 1 de la Guía de Seguridad GS-10.1219, incorporando toda la legislación y prácticas desde su primera edición en 2003. Esta revisión refuerza las medidas de control radiológico en actividades de reciclaje y gestión de fuentes huérfanas.

La figura  1 muestra el cronograma de los hitos mencionados relacionados con el control de fuentes radiactivas huérfanas.

Resultados obtenidos

Este apartado se centra en el estudio de tres aspectos:

■ Evolución de las instalaciones adscritas y detecciones notificadas, teniendo en cuenta los distintos sectores a los que pertenecen las empresas adscritas (recuperación, siderurgia, fundición de metales y producción de metales no férreos).

■ Análisis de los materiales radiactivos detectados y su procedencia geográfica.

■ Análisis de las fuentes radiactivas detectadas, así como su actividad. Clasificación de las fuentes detectadas de acuerdo con la clasificación del Organismo Internacional de Energía Atómica (Clasificación de las fuentes radiactivas, 2009).

Instalaciones y detecciones

Desde su firma en 1999 hasta finales de 2024, ha habido 262 instalaciones inscritas en el registro del MITECO: 228 siguen todavía de alta y 32 han causado baja. La distribución de empresas se muestra en la tabla 1.

El principal sector de reciclado de metales al que pertenecen las empresas adscritas es el de recuperación de metales metálicos, seguido de la siderurgia. 

La evolución de las instalaciones adscritas al protocolo se muestra en la figura 2.

El número acumulativo de instalaciones inscritas cada año (número de altas anuales menos el de bajas) se muestra en la figura 3.

Las adscripciones al protocolo han ido siempre en aumento. Su crecimiento se ralentizó a partir de 2007 y hasta 2014. Luego se mantuvieron constantes hasta 2016, cuando empezaron a decrecer por el inicio de la recesión económica, que obligó a muchas empresas del sector de la recuperación a cerrar su actividad. El crecimiento aumentó otra vez tras la entrada en vigor del RD 451/2020, que obliga a inscribirse en la base de datos del MITECO a todas las instalaciones dedicadas a la producción o manipulación de materiales metálicos; por tanto, el incremento se debe a la inscripción de empresas dedicadas a la recuperación y la fundición de metales.

La figura  4 refleja la evolución temporal del número de detecciones en cada uno de los cuatro sectores considerados. Desde el comienzo del protocolo se contabilizan 2361 detecciones notificadas, de uno o varios materiales.

El sector que acumula más detecciones es el siderúrgico, aunque la tendencia desaparece en el último año y cede el principal lugar al sector de la recuperación. Hay que destacar el período 2004- 2008, en el que se observa un pico de detecciones en los sectores siderúrgico y de la recuperación, por dos hechos fundamentales:

a) En los incidentes de fusión de fuentes de años anteriores se contempló la posibilidad de la existencia de fuentes radiactivas en los parques de chatarra introducidas en las instalaciones antes de la colocación de los pórticos de radiación. Esto motivó que las instalaciones siderúrgicas adscritas en esos años vaciaran sus parques de chatarra y volvieran a pasar todo el material metálico por los pórticos de radiación para detectar posibles materiales radiactivos.

b) El continuo aumento de instalaciones adscritas al protocolo. En 2004, eran 91 las instalaciones adscritas y pasaron a 135 en 2008.

En 2006, se observa una subida anómala del número de detecciones en el sector de la recuperación. Esto es debido a que se contabilizan instalaciones que inicialmente pertenecían al sector de la siderurgia, pero actualmente, debido a su cese de actividad siderúrgica, están dentro del sector de la recuperación, ya que solamente funcionan como parques de chatarra para otras empresas del sector siderúrgico. Estas instalaciones, al vaciar sus parques de chatarra, detectaron materiales radiactivos que fueron notificados al CSN.

El número total de detecciones notificadas al CSN desde 1998 hasta 2024 suma 2361, y su distribución por sector se aprecia en la tabla 2.

Análisis de los materiales detectados y país de procedencia

Desde el comienzo del protocolo, se realizó la siguiente clasificación para identificar los materiales radiactivos detectados:

■ Fuentes radiactivas.

■ Piezas con contaminación de radionucleidos artificiales.

■ Indicadores con pintura luminiscente.

■ Productos con radio/torio.

■ Piezas de uranio.

■ Pararrayos radiactivo.

■ Detector iónico de humos.

■ Piezas con contaminación de radionucleidos naturales (NORM).

De acuerdo con esta clasificación, la distribución de materiales se muestra en la figura 5, a partir de datos de las 1895 detecciones retiradas por ENRESA (80 % del total). Esto significa que, en el 20 % de las detecciones restantes, el material tenía escasa presencia de radiación y podía incorporarse al proceso de la instalación.

Como puede verse en la figura 5, la mayor parte del material detectado corresponde a productos con contaminación natural, seguido de fuentes radiactivas, que serán tratadas en otro apartado. 

La evolución temporal de las detecciones de cada uno de los tipos de material puede verse en la figura 6.

En relación con la procedencia geográfica del material, la distribución sigue básicamente el principio de Pareto, que establece una relación de correspondencia 80-20, donde el 80 % de las consecuencias provienen del 20 % de las causas (QuestionPro, 2025). Y se detecta material contaminado en 53 países (figura 6).

El país con mayor número de detecciones es España, ya que el valor medio durante los veinticinco años de este estudio indica que en torno al 50 % de la chatarra utilizada para la producción de acero es de origen nacional. Es de destacar, que el porcentaje de fuentes en Reino Unido es significativamente mayor que en el resto de los países, aunque la mayoría de estas fuentes son de categoría 5.

Fuentes radiactivas detectadas

El segundo material detectado es el de las fuentes radiactivas, por ello se le dedica un apartado especial.

Desde 1998, cuando las instalaciones dedicadas a la producción de acero empezaron a comunicar detecciones de material radiactivo al CSN, se ha registrado en 326 ocasiones la presencia de fuentes radiactivas que alguna vez tuvieron un uso industrial o médico. La evolución temporal de estas fuentes se presenta en la figura 7.

Al igual que en otras gráficas de evolución temporal, puede observarse un máximo en 2007, fruto de la limpieza de los parques de chatarra. Sin embargo, haciendo un estudio más detallado, se comprueba que en 2007 existió la detección de una fuente clasificada como peligrosa de acuerdo con la categorización del OIEA (Clasificación de las fuentes radiactivas, 2009). Además, hubo seis fuentes de categoría 4 (improbable que sea peligrosa) y treinta y ocho de categoría 5 (sumamente improbable que sea peligrosa).

Los isótopos encontrados entre el material radiactivo han sido varios, destacando en cuanto a su número el radio-226, seguido del cesio-137 y cobalto-60. La figura 8 muestra la distribución de los isótopos en cuanto a número y la figura 9 la distribución en relación con su actividad.

El número de fuentes de Ra-226 representa el 54  % de las fuentes detectadas, pero solo supone un 0,5 % en relación con la actividad detectada. Esto significa que las fuentes encontradas de Ra-226 son muchas, pero su actividad es muy pequeña y, por tanto, suelen ser fuentes de peligrosidad sumamente improbable. 

Por el contrario, el número de fuentes de Cs-137 es en torno al 20  %, pero la proporción en cuanto a su actividad es del 59 %.

Durante los veinticinco años reflejados en este estudio, tan solo en una ocasión se ha detectado una fuente de categoría 3, considerada como peligrosa: Cs-137, con una actividad de 0,126 TBq (3.4 Ci), que procedía de Colombia y fue detectada en 2007 en una instalación destinada a la recuperación de material metálico. Esta fuente es responsable del 30  % de la actividad total detectada en todas las instalaciones. Cabe reseñar que se han detectado 341  fuentes radiactivas. En la mayoría de los casos eran de categoría 4 o 5, de acuerdo con la clasificación del OIEA20. De todas las fuentes detectadas, en solo quince ocasiones se produjo la fusión o fragmentación de esta. Esto supone que el protocolo tiene una eficiencia superior al 95  % para evitar la fusión de fuentes.

En relación con los países de procedencia de las fuentes, hay que destacar que veintiuna fuentes de Am-241 son de procedencia nacional: el 50  % son de categoría 4 y el otro 50 % de categoría 5. En general, la mayor proporción de fuentes radiactivas son de Ra-226, si bien, en España, esta proporción (52,9 %) es menor que en el caso de Francia (89,2 %), Rusia (61,5 %) o Reino Unido (68,2 %).

Incidentes

La tabla  3 muestra los incidentes ocurridos después de la firma del protocolo. Como puede se puede observar, el riesgo cero no existe, pero el protocolo demuestra una eficacia superior al 95 % para evitar la fusión o fragmentación de una fuente radiactiva.

Conclusiones

El Protocolo de Colaboración sobre la Vigilancia Radiológica de Materiales Metálicos surgió en 1999 como consecuencia de la fusión de una fuente radiactiva en un horno de una acería española. Desde la firma se han adscrito 262 empresas, de las que actualmente están dadas de alta 228 que pertenecen principalmente al sector de la recuperación, y se han registrado 2361 detecciones. En 1995 se constató que dicho material tenía niveles superiores a los valores de desclasificación indicados en el Reglamento de instalaciones nucleares y radiactivas, y otras actividades relacionadas con la exposición a las radiaciones ionizantes.

Con respecto al tipo de material detectado, el 43  % corresponde a materiales con isótopos naturales (NORM), seguido de un 17  % de fuentes radiactivas. Otros tipos de materiales detectados han sido: indicadores luminiscentes (12  %), productos con torio (9  %), pararrayos radiactivos (7  %), piezas con contaminación artificial (5 %), piezas de uranio (4  %) y detectores iónicos de humos (3 %).

Cabe reseñar que se han detectado 341 fuentes radiactivas. En la mayoría de los casos eran de categoría 4 o 5, de acuerdo con la clasificación del OIEA. Tan solo una vez se detectó una fuente de categoría 3 (peligrosa). En términos de actividad detectada, esa fuente de categoría 3 supone casi el 30 % del total. De las 341 fuentes, en quince ocasiones se produjo fusión o fragmentación. Esto supone que el protocolo tiene una eficiencia superior al 95 % para evitar la fusión de fuentes.

Un aspecto a destacar es que las fuentes de Ra-226 representan el 54 % de fuentes detectadas, pero ese número solo representa un 0,5 % en cuanto a la actividad de dichas fuentes. Es decir, se detectan muchas fuentes de Ra-226 pero de muy poca actividad.

En cuanto a los países que han suministrado chatarra radiactiva, en primer lugar se encuentra España (46  %), un dato coherente, ya que el 50  % de la chatarra que se usa para la producción de acero es de origen nacional. Otros países son Francia (11 %), Rusia (10 %), Reino Unido (4  %) y Países Bajos (4%). El resto tiene una contribución inferior al 2  % y, además, un alto porcentaje de que las detecciones sean productos con NORM. Destaca también el alto porcentaje de aparición de fuentes frente al total de las detecciones procedentes de Reino Unido, aunque estas fuentes suelen ser de Ra-226 y categoría 5.